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Elizondo se dio el gusto de su vida, con un gran trabajo

Gran arbitraje de Elizondo, que cobró un penal al comienzo del partido en forma correcta y expulsó nada menos que a Zinedine Zidane
El referí argentino Horacio Elizondo cumplió el sueño de todo árbitro de fútbol, el de dirigir la final de un mundial, en este caso la jugada en Alemania por los seleccionados de Francia e Italia, cumpliendo una excelente tarea y demostrando mucha personalidad.
Gran arbitraje de Elizondo, que cobró un penal al comienzo del partido en forma correcta y expulsó nada menos que a Zinedine Zidane, por un informe de su asistente Darío García. Perfecto en las dos situaciones, sin nada que reprochar.

Por estas horas Elizondo definirá cómo seguirá su carrera, si se retira luego de esta final o si dirige un torneo local más como despedida.

Lo cierto, es que Elizondo es el hombre record de este mundial, porque es el primer árbitro en la historia en dirigir el partido inaugural de la competencia y el último, la final.

Además, es el primer árbitro argentino en una final de una Copa del Mundo y el que más partido dirigió en un mismo mundial, con cinco.

El partido comenzó asperó, duro, como todo clásico. Más cuando hay dos equipos de las características tan distintas, como lo son los estilos de los franceses e italianos.

Al minuto de juego hubo un choque, cuya peor parte se llevó Thierry Henry, y el partido estuvo detenido más de un minuto.

A los cuatro minutos el argentino tuvo que sacar su primera tarjeta amarilla, al italiano Gianluca Zambrotta, por una falta sobre Patrick Vieira. Bien, era lo que correspondía.

Pero enseguida Elizondo vivió su primera jugada clave del partido, porque cuando no pasaba nada se fue el francés Florent Malouda por la izquierda lo tocó apenas Marco Materazzi y tuvo que cobrar penal. Acertó. Fue penal.

Encima, el penal Zidane la picó y la pelota entró claramente, pero desde la perspectiva de Elizondo eso no se podía asegurar.

Por suerte para él, su asistente y compatriota, Rodolfo Otero le marcó el gol y cuando los franceses tenían un nudo corrió señalando la mitad de cancha convalidando la maravillosa definición del astro del fútbol frances.

Todo eso en seis minutos. Demasiadas emociones para tan poco tiempo. Pero estando frío, cuando se daban los primeros pasos de la final Elizondo comenzó a sacar chapa de gran árbitro.

El penal no le pesó al árbitro argentino y siguió el partido sin compensar, porque no había cometido ningún error.

A los once minutos sacó la segunda tarjeta amarilla, sin dudar, al defensor francés Willy Sagnol por una falta sobre Fabio Grosso.

Con el correr de los minutos se afianzaron los equipos, se afianzó Elizondo y sus asistentes argentinos y no tuvo mayores inconvenientes hasta la finalización de la primera etapa.

En el segundo tiempo todo comenzó sencillo para Elizondo, hasta que Malouda ingresó al área italiana y se zambulló a la pileta, en una jugada que parecía penal, pero que el argentino observó muy bien y dejó seguir.

El trámite del partido no exigió mucho a Elizondo, quien siempre estuvo muy cerca de las jugadas, mostrando un estado físico impecable.

En la parte final sólo tuvo que amonestar a Alou Diarra, por una falta sobre el delantero italiano Luca Toni.

En el segundo tiempo del alargue Elizondo no tuvo más remedio que expulsar a Zidane, quien le pegó un cabezazo sin pelota a Materazzi, que lamentablemente justo observó Darío García, le informó a su compatriota y sin dudar mandó a las duchas al mejor jugador de la cancha.

Una pena que Darío García observara el golpe de Zidane, quien debe haber reaccionado ante un insulto de un jugador pendenciero y artero (hay que recordar el golpe a Juan Pablo Sorín, en el partido Villarreal-Inter, por la Champions League) como lo es Materazzi.

Pero Elizondo estuvo bien y su asistente también. Actuó como tenía que actuar, pese a que no le debe haber caído bien tener que echar en la final de una Copa del Mundo al mejor jugador del Mundial.

Pese a que tenía controlado, Elizondo nunca sobró el partido, siempre estuvo concentrado y seguramente se llevará los elogios de todos, más la tranquilidad de haber dirigido de una excelente una final de una Copa del Mundo. Que no es poco. (Télam).

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