Saddam, de 69 años, fue condenado a morir en la horca el 5 de noviembre por la masacre de Dujail, donde 148 iraquíes chiítas fueron asesinados después de un fallido atentado contra su vida.
El martes pasado la sentencia fue confirmada por la corte de apelaciones.
Junto con el ex dictador fueron ejecutados su medio hermano Barsan al Tikriti y el ex juez Awad al Bandar, condenados por las mismas acusaciones.
Pocas horas antes de la ejecución, Saddam, que estaba bajo custodia estadounidense, fue entregado a las autoridades iraquíes, considerado un paso previo a la implementación de la condena.
El ex presidente, que gobernó Irak casi durante 24 años y hace más de tres años fue derrocado tras la invasión liderada por Estados Unidos al país del Golfo, escribió en una carta dada a conocer hace unos pocos días que iba a convertirse en un "mártir".
Al igual que su compatriota Saladino, que combatió exitosamente a los cruzados por el control de Jerusalén, Saddam deseaba pasar a la historia como heroico señor de la guerra.
Y finalmente este señor de la violencia, que de niño había sido maltratado por su padrastro, tendrá su lugar en los libros de historia: es el primer ex mandatario árabe ejecutado por sus crueles actos.
Pretendía hacer de Irak una superpotencia árabe y regional. Sin embargo, desde que el partido Baath tomó el poder el 17 de julio de 1968, Saddam, considerado un dictador de sangre fría e inescrupuloso, determinó el ascenso y la caída del país.
Ocho años de guerra contra Irán apoyado por Estados Unidos y la capitulación de 1991 ante una fuerza de la ONU liderada por Estados Unidos que liberó Kuwait pusieron fin transitoriamente a su ambición de poder.
Aunque en la mayoría de las provincias de Irak sus habitantes se levantaron contra el régimen, Saddam consiguió finalmente recuperar el control del país.
Los métodos que utilizó para ello se pueden comprobar hoy en las numerosas fosas comunes que se descubrieron tras su derrocamiento.
En tiempos de crisis, Saddam manifestó sus cualidades: "estratega brillante, jugador de sangre fría, audaz de nacimiento y maestro de la improvisación". El presidente actúa mejor cuando amenaza lo peor, escribió un comentarista.
Saddam Hussein había nacido el 28 de abril de 1937 en el pueblo de Auja, cerca de Tikrit, capital de la provincia, y creció entre violencia e intrigas.
Con el partido Baath en el poder, Saddam construyó como segundo hombre detrás del jefe de estado El Bakr el aparato de seguridad. En 1979 se convirtió en el presidente de Irak.
En tres décadas, el "mariscal de campo", como se denominó a sí mismo, libró guerras contra casi todos a su alrededor: los kurdos, los chiítas, los comunistas, Irán, Kuwait, así como también familias y clanes opositores.
Tampoco trató con cuidado a su familia. Los dos yernos que huyeron a Jordania fueron víctimas de una venganza en febrero de 1996, a pesar de que Saddam les había asegurado que podrían regresar sanos y salvos a Irak.
Convirtió su lucha por el poder en un arte, se indicó en un análisis del periódico "Foreign Affairs". Según este artículo, los numerosos aparatos de seguridad, encabezados por su hijo menor Kussai, se espiaban mutuamente.
En el partido Baath había un liderazgo colectivo, pero las reglas de juego quedaron claras días después de que Saddam tomara el poder, cuando en 1979 acusó de traición a decenas de partidarios y 21 de ellos fueron ejecutados.
Por temor a atentados, Saddam Hussein presentaba conductas casi paranoicas. Estaba constatemente preparado y cambiaba diariamente de cuartel.
Era reemplazado a veces por un doble. Cuarenta "acompañantes de Saddam" elegidos individualmente formaban su círculo de seguridad más estrecho.
Con su primera mujer Sagida, Saddam tuvo dos hijos y tres hijas. Del segundo matrimonio, con Samira, nació Alí. Saddam tenía debilidad por la caza, el café negro árabe y el coñac.
El golpe de gracia a su poder fue la toma de Bagdad a manos de las fuerzas estadounidenses ocupantes de Irak y el símbolo de su ocaso, el derribo de su estatua en la capital iraquí, transmitido a todo el mundo por la televisión.
Entonces pasó a la clandestinidad, hasta que los soldados estadounidenses lo encontraron el 13 de diciembre de 2003 en un escondite de una granja cercana a Tikrit.
Los iraquíes continúan preguntándose si ese día Saddam no tenía realmente un arma para defenderse o si fue drogado por los soldados para que apareciera en televisión como un ser sin voluntad.
El ex presidente fue puesto formalmente en manos de la justicia iraquí, pero siempre permaneció bajo custodia de los norteamericanos.
La importancia que tuvo para Saddam no perder la compostura la demostró finalmente en sus comparecencias ante el tribunal especial que lo juzgó y lo condenó a la pena de muerte por la masacre de 148 chiitas en Dujail, en 1982: "Soy Saddam Hussein al Mayid, presidente de la República de Irak, y (el presidente de Estados Unidos George) Bush es el criminal". (Télam)

