Calculó, de ese modo, que el incremento de precios se ubicará “entre tres y cinco por ciento” y consideró que la suba “se prolongaría a lo largo de todo el mes, si es que no existe otra depreciación en ese período”.
Evaluó que por ese ajuste en los precios, “se va a acentuar la disminución de compras de artículos de primeras marcas y aumentará las de segundas y terceras”.
“Crecerá el consumo de harinas y polenta, por ejemplo, que es lo que más avanzó en los últimos años”, apuntó.
Recordó que “en 2015 se consumían 44 litros de leche promedio por persona y por año, mientras en 2017 esa cifra bajó a 40 litros”.
“Cuando disminuye el consumo de leche, los más afectados son los niños. Eso disminuye el desarrollo intelectual”, advirtió Polino, quien criticó que “resulta un absurdo que al tambero se le pague $5,20 el litro y luego se vende en góndolas con una diferencia muy marcada”.
Pronosticó que el aumento de precios se va a traducir en una “baja en el consumo sobre todo de los barrios de clase media y media baja”.
“Son los sectores sociales que están pagando los tarifazos en el agua potable y la energía porque no califican para acceder a la tarifa social”, resaltó.
De ese modo, insistió: “Este sector social es el más afectado por todos estos aumentos”.
“A ello hay que agregar los aumentos en medicamentos”, destacó y subrayó que en la canasta de diez productos de consumo masivo de ese ítem desde diciembre de 2015 al 18 de mayo de este año, las subas “oscilan entre un 64 a un 269, 66 por ciento”.
En tanto, alertó: “Si los salarios de los trabajadores no aumentan en la misma proporción en la que se realiza la devaluación, se va a acentuar un proceso de recesión y empobrecimiento”.