“La renuncia es al estado eclesiástico, significa que no puede ejercer el ministerio ni depende de ningún obispo. En términos populares, deja de ser cura”, aseguró este martes el vicario del Obispado de San Martín, Eduardo González.
Se mostró a favor de que se denuncien éste tipo de casos y explicó: “Nosotros no tenemos ya jurisdicción sobre él”.
“Todo abuso probado es un pecado y además, es un delito. Hay que hacer público todo lo que haga a la defensa de los menores”, indicó.
Además, mencionó que “toda esta situación fue llevada al fuero penal, en la UFI 14 de San Martín, lo cual facilita que la acusación pueda explayarse y que el acusado pueda ejercer su defensa”.
Hasta el momento, la causa está caratulada como “abuso simple y gravemente ultrajante” y el exsacerdote podría recibir hasta ocho años de prisión.
Una de las víctimas fue Mailin Gobbo, quien confesó que para animarse a denunciar al religioso necesitó de años de terapia.
“Cuando me llevaba a confesar me hacía sentarme en su pierna y ponía su mano en mi zona. El primer abuso fue en la pileta”.
“Tenía 10 o 12 años. Me agarraba de abajo y me tocaba”, recordó al borde del llanto.
La joven aseguró: “Los mayores recuerdos son de los 10 años. El cura vino a casa hasta que yo tenía 21 años, era amigo de la familia”.
Según mencionó la madre de la joven, su hija tuvo un intento de suicidio a raíz de los abusos sufridos y tuvo que dejar la facultad para someterse a tratamiento psicológico y psiquiátrico.