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Flavio Mendoza estrenó en Buenos Aires Stravaganza

Flavio Mendoza estrenó en Buenos Aires  Stravaganza
El coreógrafo y bailarín Flavio Mendoza estrenó en Buenos Aires su espectáculo, que propone un género extraño que mezcla arbitraria y desordenada el impacto tecnológico, la destreza física, los números musicales, el humor, el brillo de las vestimentas, el aquadance y las artes circenses.
Una nutrida colonia de celebridades mediáticas representada por la figura icónica de Mariana Nannis, quien encabezó la troupe Caniggia que llegó al teatro Broadway de la avenida Corrientes junto a Charlotte, Alexander, su guardaespaldas "Dani la muerte" y amigos de ocasión, acompañó el estreno porteño de la pieza, que se presenta en Buenos Aires en un remodelado teatro con 1.000 asientos disponibles.

El dios de la pelota, Diego Armando Maradona, junto a su novia Verónica, Enrique Pinti, Adabel Guerrero, Nicole Neumann, José María Listorti, Marcelo Polino, Lucho Avilés, Moria Casán, Denis Dumas y Campi se sumaron al acompañamiento que tuvo el exjurado de Marcelo Tinelli en esta primera noche porteña de “Stravaganza”.

Con las figuras de la bella y delgada Cinthia Fernández, la bailarina Belén Pouchan, la enana Noelia Pompa, los cómicos Maxi de la Cruz y Mauricio Jortack y el dúo casi clownesco que componen Christian Barbieri y Carlos Guedes más una compañía de bailarines, Mendoza puso en acto anoche una amanerada versión retro-futurista de la tradicional revista porteña que ni siquiera produce perplejidad.

En “Stravanganza” todo es bizarro, desde su concepción cristalina, indisociable de los efectos que suscita el fenómeno Tinelli desde la televisión vernácula.

Aun cuando “Stravaganza” propone como elemento aglutinador al agua y construye para ello una ingeniería que obliga a escenarios hidráulicos que se elevan tres metros sobre el piso y asumen posturas perpendiculares, la existencia de una pileta, y pilotos para los asistentes de las primeras filas, el espectáculo se impone por su diversidad y la sucesión indisoluble de números coreográficos, coreográfico-circenses, musicales, humorísticos.

Desde un malambo pop bailado por un escultural varón con vestido femenino de lentejuelas, pechos y piernas al aire, hasta Cinthia Fernández descendiendo desde el cielo en un unicornio de escenografía que no cupo en la imaginación de Silvio Rodríguez o una inmensa esfera acrílica en la que baila suspendido Mendoza como si fuera un ser de una galaxia acuático-espacial, todo es posible en “Stravaganza”, un nombre que remite a algo extraño pero también a algo pretendida y fallidamente refinado, brilloso, corporal.

El show arranca con un tibio número humorístico sobre el estado del tiempo, aunque hay que decir que posteriormente Maxi de la Cruz sortea con gracia diversos sketches del espectáculo, sobre todo uno que comparte con Jortack, Barbieri y Guedes y que propone un muy ingenioso juego tecnológico con el recurso de una pantalla a la que los personajes entran y salen en distintas acciones y que se convierte en un truco de ilusionismo.

Luego de la apertura humorística se asiste al primer asombro de la platea, cuando se ve ascender el piso del escenario y desde una pileta de aguas cristalinas emerge la figura homodionisíaca de Mendoza bajo un brilloso traje de sireno o dios de los mares.

Allí se condensa el mundo de “Stravanganza”, donde no faltan canciones, un homenaje a Gustavo Cerati, una banda de rock de dudoso carisma, y acrobacias circenses con sogas, aros y barras, además de los recurrentes bailes revisteriles, donde se luce Fernández, quien a falta de plumas incorpora destreza física.

La presencia de Noelia, ganadora del último “Bailando…”, no estorba ni produce perplejidad puesto que en “Stravaganza” todo es recargado, desde su concepción arquitectónico-escenográfica, hasta los supuestos estéticos a los que adscribe y el pretencioso lujo que simula derrochar para asombro de los crédulos.

El estreno porteño de “Stravaganza” vivió un pequeño percance cuando un inesperado desperfecto técnico obligó a un intermedio de 15 minutos, pero una vez resuelto el inconveniente la obra de Mendoza continuó explayándose en toda su ambiciosa dimensión.

Voluptuosa, en algún sentido febril, desordenada pero honesta al no pretender ser más que la falsa fastuosidad que enuncia, “Stravaganza” arrancó anoche en Buenos Aires esperando convocar a un público tiernamente conmovido por los brillos y que aspira a un contacto más cercano, íntimo, real, con los bellos y vacíos personajes a los que sigue en su diario raid televisivo.

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