La Concejal Corina Ramírez, quien visitó a los vecinos de arroyo Paycarabí junto a su colega Carlos Bergandi, dijo: “El problema tiene que ser visto desde sus protagonistas, que son los isleños, que reclaman que las escuelas no se cierren, y los representemos para que su lucha siga en pie. Las escuelas son su vida, sus recuerdos y su ámbito de socialización, y seguiremos visibilizando el problema hasta que la medida sea revertida”.
Un vecino “de toda la vida” del arroyo, Juan Carlos Garré, recordó: “Tengo 75 años, he ido a la Escuela N°13 toda una vida. También fueron mis hijos y nietas. Lo último que pueden es cerrarla, porque es una tristeza, allí la comunidad se une toda cuando hacemos una fiesta, aparte hay unos cuantos chicos que tendrán que ir a estudiar mucho más lejos”.
Su esposa, Leonor “Lelé”, agregó: “Me da mucha pena, porque la escuela es una segunda casa nuestra. Por el bien de los chicos, que pueden progresar y convertirse en grandes productores, tendrían que dejarla abierta. Allí desayunan y almuerzan. Si nos sacan la escuela, nos sacan todo”.
Alicia “Aliti” Fleitas, otra vecina del arroyo, trabajó en el Jardín N°919 desde que se inició. “Fueron mis hijos, y este año egresan mis nietas mellizas. Duele mucho que lo cierren. Todos los vecinos nos conocemos y nos ayudamos, esta noticia nos tiene muy mal, la comunidad isleña se termina y queremos que siga. Es especial para nosotros, toda nuestra vida, donde los chicos se reúnen y juegan, y hacen festivales y talleres; esto a mi me supera, porque quisiera jubilarme aquí, y que mis nietos terminen en esa escuela que aman tanto”.
“Los chicos deberían viajar dos horas y media hasta la otra escuela; en el jardín hay chiquitos de dos años y tener que viajar más es mucho para una criatura. Uno los ve disfrutar el jardín, suben cansados por haber jugado y se duermen en la lancha. Los padres están contentos y felices por mandarlos a esa escuela. Que los trasladen a otro colegio es muy injusto. Si la cierran nos destruyen, nos parten al medio”, finalizó “Aliti”.
Y Milagros, de 11 años, su nieta, dijo entre sollozos: “Yo no quiero que cierren la escuela, porque una ahí pasó toda una vida, con unas maestras que te enseñan de todo, y porque por ahí pasaron mi abuela y mis papás”.
Julieta, que pasó a quinto grado, agregó: “No quiero que cierren la escuela, porque ahí tengo un montón de amigas. Si me tuviera que ir a otra escuela, me sentiría triste y tendría que viajar mucho más”.
La vecina Débora Bartala manifestó su angustia por la situación: “Lo que está pasando nos tomó por sorpresa, porque nos hemos enterado por las redes sociales la semana pasada. Como isleña, siento que nos separaría muchísimo del continente, y los chicos tendrían que viajar demasiado. Realmente, nos están manipulando como quieren, y nosotros como sociedad queremos elegir a dónde mandar a nuestros chicos”.
“Estamos aislados de todo, siento que se olvidaron de la isla, sumado al agua que baja o sube, la niebla, y nuestros chicos pasan todas esas cosas. Como mamá, digo que el gobierno no se está ocupando. La matrícula es grande, necesitamos que revean y echen para atrás esta decisión porque le están haciendo un daño enorme al Delta”, completó Débora.
Andrea, otra vecina, opinó: “Estamos indignados, están violando nuestros derechos. No respetan que los niños quieren ir a su escuela, nosotros acá es lo que tenemos más cerca, es el medio por el que sociabilizamos, donde tenemos talleres, nos juntamos como padres y vecinos. Nadie nos consultó, ¿quién decide que nuestros hijos vayan a otra escuela?”, finalizó.