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Centenares de fieles forman una fila de ocho cuadras para venerar a San Cayetano

Centenares de fieles forman una fila de ocho cuadras para venerar a San Cayetano
Centenares de personas formaban esta tarde una fila de ocho cuadras a la espera de que abran las rejas de la iglesia de San Cayetano en el barrio de Liniers, donde desde la medianoche podrán ingresar para pedirle al santo cristiano por trabajo y salud o agradecer por distintos motivos.
En el camino a la iglesia, la música de chacareras, el mate compartido, las rondas de oración y los puestos de venta de estampillas, rosarios e imágenes de San Cayetano pueblan las veredas y calles de un barrio en el que, año tras año, los vecinos sienten la fe de los miles de devotos que se acercan desde distintas partes del país a rezarle al patrono del Pan y del Trabajo.

Susana Gómez es una de las "incondicionales" de San Cayetano, que después de años de hacer la vigilia para ver la imagen del santo ahora espera sentada a la salida de una de las puertas de salida del templo a que los feligreses le compren una espiga "bendecida" con la imagen del santo.

"Tengo 76 años y vengo desde los 20, pero ya no pido, solo agradezco por lo que tengo", contó a Télam Susana, jubilada y madre de cuatro que, admitió, no puede perderse la ceremonia "porque lo necesito. Si no vengo me siento mal".

Según la mujer, más allá de la fe en Dios y en el santo, su principal motivación para ir todos los años es "la enorme alegría en el corazón que me llevo cada 7 de agosto cuando me voy para mi casa. Es indescriptible, me alegra la vida".

Entre los que esperan en la fila muchos lo hacen desde hace varios días, pero el primero de todos es Horacio Interliggi, que no se pierde una vigilia del santo desde hace 54 años.

"Primero venía a pedir. Tuve una vida complicada, con problemas de salud y dos chicos que mantener, pero ahora solo agradezco y pido por los que sí tienen necesidades", contó a esta agencia el vecino de Tapiales quien ya se saluda con familiaridad con los "compañeros de fe" de la primera cuadra de fila, que suelen ser siempre los primeros en la fila desde hace varios años.

"Acá nos conocemos entre todos. Desde hace un mes que me vine a la ciudad, pero en la cola estoy desde hace 15 días. Me levanto a comprar algo, a charlar con los comerciantes y me vuelvo. A mí me 'cuidan el lugar'", afirma con picardía el jubilado bonaerense que, con orgullo, exhibe la imagen del santo que todos los años monta en el primer lugar de la fila.

Pese a la temperatura casi primaveral que se registró durante el día, al caer el sol sopla el viento, y los fieles sacan de sus bolsos las mantas y bufandas con las que se abrigarán mientras esperan sentados hasta la apertura del templo el lunes a las 0.00.

"Estoy todo el año esperando a que llegue este momento. Es más fuerte que uno, es una devoción muy grande", aseguró Cecilia, quien junto a sus amigas Vanina y Norma viene desde Gregorio de Laferrere hace casi 20 años a pedir y agradecer por lo que tienen.

"La verdad es que no puedo dejar de venir. No soy de ir a misa, pero siento que este es un sacrificio que tengo que hacer. El año pasado se largó a llover justo cuando estábamos esperando. Entramos totalmente empapadas al templo, pero me volví feliz a mi casa", expresó Vanina.

Además de pedir y agradecer, muchos participan de la ceremonia para cumplir promesas de distinto tipo.

"Mi hija iba a hacer el cumpleaños al aire libre y el pronóstico decía que iba a llover. Le prometí a San Cayetano que si hacía lindo día me venía caminando hasta acá, y así fue: hizo un sol radiante y me caminé 17 kilómetros hasta acá", contó entre risas Cecilia.

Muchos de los fieles entablan amistad entre charlas y mates, y el caso de Jorge y Nela es uno de estos, quienes se conocieron en la fila hace tres años y, desde entonces, se buscan para hacer juntos la vigilia hasta la apertura de las puertas de la iglesia.

"El tiempo se te pasa volando. Te ponés a hablar, a compartir un mate o te comés un sanguche. No te das cuenta de que pasa el tiempo y, de repente, ya estás avanzando para entrar", relató Jorge, quien si bien tiene 76 años, desde hace 10 que empezó a formar parte de esta ceremonia.

Pese a la cantidad de gente no hay conflictos ni peleas, "salvo cuando alguno se quiere colar", indicaron a esta agencia los peregrinos

"Acá se respira paz, se respira tranquilidad y si sos de los que vienen a agradecer, mucho más aún", cerró Nela.

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