Según las denuncias de los padres de 12 chicos que iban a ese jardín, sus hijos fueron manoseados y fotografiados desnudos durante una suplencia de seis meses que hizo Caliva en la segunda mitad de 2010. "Esperamos que se haga justicia y que la persona que le hizo daño a cada uno de nuestros hijos pague con la pena máxima que se pueda aplicar para que cualquiera piense dos veces antes de volver a hacer un daño tan grande", señaló al diario Tiempo Argentino Nelson Cáceres, uno de los papás denunciantes.
La causa se inició en abril de 2011 cuando la madre de una de las niñas que asistía al jardín de infantes presentó su denuncia en la Fiscalía de Género, Niñez y Adolescencia de Tigre a cargo de la fiscal Marcela Semería. El caso rápidamente se hizo conocido dentro de la institución y el resto de los padres comenzó a sospechar de los comportamientos extraños que habían notado en sus hijos en los últimos meses. Once de ellos decidieron entonces sumarse a la denuncia.
En agosto de ese año los chicos fueron sometidos a una Cámara Gesell en la cual relataron los "juegos" que la maestra les hacía realizar durante su suplencia. Según contaron los padres, les enseñó el "juego de la balanza", donde debían ponerse desnudos uno arriba de otro para ver cuánto pesaban, y "el tobogán", donde debían deslizarse sobre sus cuerpos. "Nuestra hija nos contó cómo los tocaba, jugaba con la jeringa (que nosotros después nos dimos cuenta de que era un consolador) y que entraba una persona más a sacarles fotos", agrega Cáceres, quien lamenta que esa persona todavía no haya podido ser identificada.
"Todo era un secreto entre los chicos y la maestra, los nenes no querían contar nada porque les decían que un señor iba a matar a sus papás y hermanos. Los amenazaban con fotos familiares que nos habían pedido para una actividad", detalla Soledad Gutiérrez, mamá de mellizos que compartían salita.
Poco después de que se hicieran las Cámaras Gesell, la justicia ordenó la detención de Caliva. A fines de 2012 se le otorgó la prisión domiciliaria pero en julio de este año volvió a ser trasladada al penal de Olmos por haber salido de su hogar.
Caliva se había hecho cargo de la sala de cuatro años en junio de 2010 en remplazo de la maestra titular, que había pedido una licencia por embarazo. Los abusos por los cuales se la acusa habrían ocurrido desde entonces hasta el cierre de ese año lectivo.
La seccional Tigre del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA) asumió la defensa corporativa de Caliva y aduce que la acusación es una prueba de la indefensión en que se encuentran los maestros. Incluso la lista verde del gremio subió a su canal de Youtube un mensaje de la imputada declarando su inocencia y agradeciendo el apoyo de sus colegas.
A casi tres años de los hechos, los niños todavía sufren recaídas por la situación traumática que atravesaron, relatan sus padres, quienes destacan la falta de acompañamiento municipal. Sólo algunos de ellos pudieron costear un tratamiento psicológico, pero aun así saben que no será suficiente. "Yo soy el papá de una nena a la que le arruinaron la vida y que quiere justicia, nada más. Quiero que mi hija crezca ahora con la mayor normalidad posible", finaliza Cáceres.

