La Dirección de Recursos Naturales entrerriana comenzó a analizar la posibilidad de vedar la pesca, en especial de las especies en peligro.
La población de peces del río Paraná depende de los ciclos hidrológicos y climáticos, por lo que el río bajo perjudica la reproducción y el crecimiento natural de ciertas especies.
Por eso, trabajan en conjunto personal de la secretaría de Agricultura y Ganadería de la provincia junto a Prefectura Naval Argentina (PNA) y la dirección de Prevención de Delitos Rurales de la Policía entrerriana.
Para resguardar el recurso ictícola, decidieron "exhortar a todo pescador artesanal o de subsistencia a restituir a las aguas los ejemplares cuya longitud sea inferior" a la permitida por ley, y "abstenerse de interceptar peces a mano, aparatos o artes de pesca prohibidos".
El río comenzó a descender el 24 de febrero, cuando marcó 2,74 metros, mientras que oscila entre el metro y los 2,80 metros desde junio de 2019.
Sin embargo, aún no se registran las peores marcas que tuvieron lugar en 1971 (0,50 metros) y un año antes (0 metros).
Durante dos días, personal de la PNA no pudo medir la altura del río frente al puerto de Paraná ya que el sistema que utilizaban no lo hacía por debajo del metro, por lo que debieron instalar otra escala que controle las aguas.