El prelado consideró que estas y otras circunstancias socio-políticas llevaron a la mayoría de los argentinos a preguntarse si en estas fiestas “hay algo para festejar”, y por consiguiente a sentirse “diezmados por la desesperanza”, por lo que expresó su deseo de que la Navidad permita reencontrar camino de reconciliación, diálogo, justicia y solidaridad.
Casaretto aseguró que “entre las personas está el miedo presente a salir a la calle, miedo a que los seres queridos no vuelvan, a las dificultades de hoy, pero también hay miedo por mañana. Miedo a que los hijos no reciban la educación adecuada, a no poder ofrecerles posibilidades a los jóvenes, a que no encuentren trabajo”.
“Es así que descubrimos que, además de tener deudas económicas, en nuestro país estamos padeciendo una deuda de sentido. ¿A qué me refiero? A que todas estas adversidades pueden hacernos perder el norte, la dirección de nuestra vida. Ya no sabemos adónde vamos, y perdemos los motivos para vivir, trabajar y amar”, alertó.
Tras subrayar que en la Argentina urge “generar vínculos nuevos de pertenencia y convivencia y nuevos estilos de vida más fraternos y solidarios”, recordó que esto se logra “viviendo en la justicia y la equidad, favoreciendo la paz. Atendiendo especialmente a los menos favorecidos: a los pobres de cualquier pobreza, a los ancianos, a los enfermos”.
“Dialogar, pertenecer, ser incluidos, ser escuchados y atendidos, ser justos y solidarios son acciones al alcance de todos”, aseveró. El obispo sostuvo que “sólo si llevamos adelante esta manera de vivir podremos devolverle a nuestro pueblo el sentido de vivir y de luchar, y como argentinos podremos volver a levantar la cabeza y buscar la estrella que nos guíe en el camino”.
Por último, Casaretto deseo feliz Navidad “a todos”, y pidió “especialmente al Señor, por las personas que más sufren: los pobres, las víctimas de la droga, de la inseguridad, los inundados”.