Sorprendió Tigre al ponerse en la cúspide de esta competencia doméstica, más allá de que todavía falta que jueguen por este cuarto capítulo tanto los fortineros como los mendocinos.
De todos modos, es verdad que en la medida que pasan los días el conjunto se va adaptando a lo que pretende su director técnico y por eso cada vez se defiende mejor y capitaliza las oportunidades que se le presentan, especialmente de contraataque.
El gol de Ayala le simplificó la tarea a los visitantes. El mediocampista
guaraní abrió el juego hacia la derecha e ingresó al área para buscar y recoger el centro que le envió Damián Leyes.
A partir de entonces Tigre se replegó y le dejó el balón a Arsenal, que fue incapaz de encontrar la manera de someter a Daniel Islas, un arquero al que fecha tras fecha se nota más eficaz.
Eso sí, por entonces el trabajo de Islas de ningún modo fue constante, ya que los del Viaducto tuvieron dificultades hasta para comprometer a los defensores del club de Victoria.
En la segunda parte Jorge Burruchaga intentó hallar soluciones con el ingreso de Luciano Leguizamón por Facundo Pérez Castro (delantero por mediocampista de equilibrio), pero Tigre siguió firme atrás.
El juego se tornó todavía más propicio para Tigre tras el penal que sancionó el árbitro Federico Beligoy debido a que esférico fue detenido con el brazo izquierdo por Darío Espínola. La ejecución de Luna, fuerte y al medio, empezó a sellar el resultado con antelación.
Tras el 0-2 el anfitrión se fue con todas sus fuerzas en procura del descuento, pero Tigre resistió con solvencia e inclusive fue capaz de complicar con sus réplicas.
En el tramo final sí hubo algunas intervenciones importantes de Islas, pero Tigre también contestó como para estirar la ventaja.
En definitiva, Arsenal con la iniciativa distó de ser el equipo que goleó al Racing Club, mientras Tigre sube en silencio.
