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La compra de cercos electrificados crece un 200 por ciento

La modalidad aumenta a pasos agigantados tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en el Conurbano bonaerense. Especialistas indican que en lugares como San Isidro la demanda de equipos aumentó un 600 por ciento. El peligro de las instalaciones truchas y lo que hay que tener en cuenta.
La instalación de cercos electrificados creció más de un 200 por ciento en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense, modalidad que surgió en los countries y que el año pasado se trasladó con fuerza a los centros urbanos, ante el miedo por los hechos de inseguridad.
"En algunas zonas en particular, como por ejemplo San Isidro, la demanda de los equipos aumentó un 600 por ciento", aseguró en declaraciones al Diario Popular Guillermo Valls, el gerente comercial de la empresa Alari3.

Además, Valls consideró que el incremento "tiene que ver con la necesidad de la personas de buscar seguridad por su cuenta, ya que sienten que no encuentran la protección institucional".

"Los lugares donde tenemos mayor presencia son los barrios de Núñez, Belgrano y determinadas zonas de San Isidro, aunque la demanda se extiende por toda la ciudad y el primer cordón del Conurbano. Es un sistema utilizado por fábricas, predios comerciales y cada vez más en hogares", precisó.

Los expertos afirman que los cercos electrificados "cumplen una función exclusivamente disuasiva", al explicar que "el sistema detecta al intruso y lo rechaza", aunque también aclararon que "no hay electrocución, porque no se usa corriente sino tensión".

De acuerdo a los especialistas, el cerco funciona con hilos de acero que se colocan en murallas altas y emiten pulsos cada segundo de 5.000 a 8.000 voltios y, al no tener amperaje, no causan electrocución, ni tampoco producen dolor ni quemaduras.

Por otro lado, la comercialización de instalaciones "truchas" de cercos electrificados creció y hubo casos en los que terminaron con delincuentes y hasta propietarios electrocutados.

En ese sentido, un comisario bonaerense reveló que muchas personas realizaron "instalaciones eléctricas en sus viviendas para prevenir robos", y recordó un caso en Florencio Varela, donde un joven de 16 años murió electrocutado al intentar ingresar a una vivienda.

"Al avanzar la Justicia en la investigación de esta muerte, se comprobó que la instalación se había hecho con una batería común enchufada a un alambre, realizada por un electricista veinteañero. La dueña de la casa, harta de robos, había pagado por el servicio unos cien pesos", contó.

Los especialistas aconsejan "comprar equipamiento eléctricamente seguro, y, para ello, es necesario que el fabricante exhiba los certificados de fabricación emitidos por un ente certificador reconocido por el Estado Nacional, caso IRAM ó Bureau Veritas".

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