El individuo había sido condeado a 10 años de prisión por abusar de sus hijos y también fue denunciado por poseer fusiles, granadas y armas de varios calibres, que fueron halladas en su poder.
Según fuentes de la querella, el beneficiado ya cumple su arresto con una pulsera electrónica en una vivienda de la localidad bonaerense de Martínez, en el norte del conurbano.
El hombre había sido condenado el 27 de octubre de 2007 por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de San Martín a la pena de 10 años de prisión por cinco hechos de "abuso sexual agravado por el vínculo" en perjuicio de sus dos hijos varones.
Según se estableció en ese proceso, los abusos fueron cometidos entre 1992 y 1999 en las localidades de Bella Vista y Muñiz, partido de San Miguel. En ese contexto, el hombre llegó libre al juicio oral, pero se fugó un día antes de escuchar la sentencia y permaneció prófugo durante más de 30 días.
Sin embargo, a fines de noviembre del año pasado, el sujeto fue detenido y alojado en la unidad carcelaria de Sierra Chica, perteneciente al Servicio Penitenciario Bonaerense.
Inmediatamente, la defensa apeló el fallo ante la Cámara Penal de San Martín que, a principios de 2008, a través de la Sala III, ratificó la condena pero resolvió otorgarle un arresto domiciliario bajo el sistema de monitoreo electrónico.
A partir de ese momento, el hombre entró en lista de espera del Servicio Penitenciario Bonaerense para obtener su pulsera electrónica, la cual le fue concedida la semana pasada. Lucas Díaz, abogado de la querella, criticó la medida de los camaristas ya que considera que no "tiene una explicación lógica".
"No tuvieron en cuenta el perfil psicológico del hombre que lo describe como un ´border line´, incapaz de inhibir sus impulsos violentos", explicó el abogado en declaraciones a la prensa.
Otro motivo de queja para el abogado fue que, a pesar de que el condenado tiene domicilio legal en Reconquista, provincia de Santa Fe, se le dio el arresto domiciliario en una vivienda de Martínez,
a seis cuadras del colegio al que concurren las víctimas, que actualmente viven con un tío.
"Los chicos viven atemorizados con la posibilidad de que este hombre los vaya a buscar" , señaló el letrado, quien recordó que las víctimas declararon en contra del condenado durante el juicio.
NA
