El meteorólogo destacó que luego de varias erupciones intermitentes "hubo una importante este mediodía, en la que la columna vertical alcanzó los 12.000 metros y en esos niveles de la atmósfera se registran vientos en dirección sureste-noreste, a unos 30 kilómetros por hora".
"Tras la erupción, y a partir de la columna vertical, la nube de cenizas toma la forma de un abanico, y avanza sobre un eje desde ese punto hacia el noreste y se expande hacia el sureste y noreste de ese eje", explicó.
Leguizamón sostuvo que "si sigue habiendo erupciones y los componentes de vientos que estamos teniendo a esa altura, que son de la misma dirección que en superficie, no descartamos el avance hasta el centro bonaerense".
Respecto del tipo de cenizas que llegarían a esa región, señaló que se percibiría sólo como una bruma, a veces como una fina capa de polvo al precipitar, sin gran reducción de visibilidad y con un ligero olor a azufre.
El meteorólogo explicó que los componentes de la nube en cercanías del volcán son más espesos y gruesos, por lo que precipitan con rapidez, y los que lleguen más lejos serán los más livianos y permanecerán más tiempo en el aire.
Consultado sobre la posibilidad de que la nube llegue a la ciudad de Buenos Aires, respondió que "todo depende de los vientos, pero eso se podrá calcular recién desde esta noche", aunque aclaró que si ocurriera sería "apenas perceptible, mucho menos que las cenizas que llegaron del Delta" el mes pasado.
De todos modos, señaló que debido al componente mineral de las cenizas, pueden causar afecciones oculares y broncopulmonares, por lo que ante su llegada es conveniente usar anteojos o antiparras, colirio, barbijos o filtros para evitar su ingreso a las vías aéreas y beber abundante agua.
Por último, Leguizamón consideró que una lluvia limpiaría las zonas cubiertas de cenizas y acabaría con el material flotante en el aire, pero por el momento no hay perspectivas de lluvia en el área alcanzada por la nube volcánica.
