También hubo escándalos, como lo que ocurrió el año pasado con Ariel Ortega y su abandono de la pretemporada para someterse a un tratamiento contra la adicción al alcohol o en 2006, con la pelea entre Marcelo Gallardo y Reinaldo Carlos Merlo, que derivó en la salida del técnico.
Pero todo parece haber cambiado en este 2008, porque no se habla de los problemas internos del pasado, al menos en este comienzo de pretemporada del plantel de River, en la ciudad de Mar del Plata.
"Nosotros tenemos que estar mentalizados en pelear todo lo que tengamos por delante y tratar de hacer una buena pretemporada, para llegar bien al comienzo de la competencia oficial, lo demás no importa", sostuvo Paulo Ferrari.
"Esto es River y lo que pasó antes, sea bueno o malo, no cambia nada, porque acá siempre está la obligación de salir campeón", agregó el delantero uruguayo Sebastián Abreu.
En ese engranaje del nuevo River engancha en forma perfecta Diego Simeone, un técnico detallista, pero que deja volar dentro de la cancha a sus dirigidos, más la virtud, la más deseada por los hinchas, que es la obsesión por el arco de frente, claro que sin descuidar el propio.
Está claro que si algunas de las partes fundamentales de una institución falla, es imposible poder conseguir un título, y ahí estuvo el principal déficit de River en los últimos tiempos, por eso hace rato que no puede dar una vuelta olímpica.
Seguramente el presidente de River, José María Aguilar, un hombre que por lo general siempre tuvo autocrítica, analizó todo lo sucedido en los últimos años y cambió, aunque en este caso la modificación no es determinante, pero sí ayuda a soñar con un futuro mejor.
¿En qué cambió? Primero en conseguir los refuerzos en tiempo y forma. River al día de hoy ya tiene dos nuevos jugadores (Sebastián Abreu y Gustavo Cabral), está por sumarse Rodrigo Archubi y todavía siguen soñando con el regreso de Andrés D'Alessandro, algo que le daría un salto de calidad a un plantel, que de por sí ya la tiene.
Entonces, cuando todos los factores se unen, teniendo en cuenta el magro pasado que se está intentando dejar atrás, la esperanza de volver a ser lo que River realmente significa para el fútbol argentino está más que latente.
En Mar del Plata el plantel de River está asimilando en forma positiva todo lo que llega desde Buenos Aires y eso se nota en las caras de todos los integrantes de la delegación que se encuentran en la ciudad feliz.
Y los síntomas que esta vez parten desde el cuerpo técnico, que apuesta por un fútbol que respeta la tradición histórica de River, también influyen en el buen humor general de la gente, por lo menos en la previa.
Cualquier análisis o cualquier especulación se confirmará o se derrumbará cuando la pelota comience a rodar por los puntos, pero está vez River no comenzará perdiendo antes de jugar, como venía sucediendo en los últimos años.
(Télam, por Carlos Juvenal, enviado especial).
