Melchor, Gaspar y Baltasar existieron y sus restos se encuentran en una catedral de Alemania, pero los datos históricos y bíblicos indican que no eran reyes, sino sabios -a quienes en esa época se llamaba "magos"-, o quizás pastores, y que tampoco eran esos sus nombres.
En la Biblia, San Mateo fue el único evangelista que los tildó de "magos", en tiempos en que persas y caldeos llamaban así a los sabios que cultivaban la ciencia, en especial la astrología.
A su vez, se especula con que existió un cuarto integrante, llamado Arbatán, al que alude un antiguo relato navideño, el cual no llegó a ver al Niño Jesús porque se desorientó cuando iba solo hacia la ciudad de Belén, según una teoría difundida el verano pasado por el astrónomo Mark Kidger, del Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC).