Todos están procesados por un delito que prevé prisión de dos a ocho años, para “el que a sabiendas ejecutare cualquier acto que ponga en peligro la seguridad de una nave, construcción flotante o aeronave”.
Según el abogado de Xipolitakis, “no existió ningún daño que lamentar” pues “la aeronave jamás estuvo en peligro”.
A Xipolitakis se la acusa por haber viajado en la cabina, por usar su teléfono celular en momentos críticos, esto es tanto el despegue como aterrizaje, e incluso se dio por probado que utilizó su WhatsApp.
Con su celular Xipolitakis filmó toda la secuencia lo que se convirtió en la principal prueba utilizada por el juez Torres.
Además, pese a que los pilotos lo negaron, para el juez quedó probado que Xipolitakis accionó los comandos de aceleración al momento del despegue.
Por último, la vedette también apeló el embargo de 250 mil pesos que le fijó el juez: “dicho monto no se corresponde con el perjuicio investigado”, sostuvo su defensa.
Xipolitakis viajó en la cabina del avión en el vuelo AU 2708 de Austral, junto con el piloto y el copiloto, con rumbo a Rosario, y ella misma registró toda la situación con su celular.
La vedette fue invitada a ingresar y permanecer en la cabina por el piloto, quien lo admitió.
En el caso, Torres concluyó que “se dejaron de lado las acciones propias de una profesión tan delicada, para con toda liviandad y alboroto, transformarlo en un irresponsable juego cuasi-mediático”.