Las caras de los funcionarios cuando tienen que concurrir a obligaciones protocolares, es por general cara de poker, de –mejor no digo lo que pienso- pero esta vez los rostros se veían distendidos; la baja altura de los vuelos comerciales demuestran la cercanía con la Capital Federal, pero el entorno absolutamente opuesto a lo urbano, paz, agua, verde, los ruidos de los pájaros, el paso de los poderosos buques de ultramar que vienen a cargar la soja, hacen que cualquiera, por más preocupaciones gubernamentales que tenga, se sienta bien.
Así se pudo ver a Cristina Alvarez Rodríguez, titular de la cartera de Infraestructura, Daniel Arroyo, de Desarrollo Social, Débora Giorgi, de Producción, y Mario Oporto, de Educación. Todos estuvieron acompañados por sus principales colaboradores, Gabriel Katopodis, virtual viceministro de Desarrollo Social, Roberto Moulleirón de Educación, Horacio Fabeiro, de Infraestructura del Delta.
El gobernador primero inspeccionó las instalaciones y talleres, miró todo, preguntó, firmó autógrafos (debe ser el único político que lo hace, quizá por su pasado deportista), se sacó infinidad de fotos con alumnos y docentes, y partió rumbo a La Plata.
Oporto y Moulleirón se quedaron reunidos con miembros de distintas comunidades educativas, gremios, cooperadoras, que le presentaron una lista de reclamos, pedidos, exigencias y sugerencias.
Amieiro, como dueño de casa, demostraba su satisfacción y su conocimiento de la zona, haciendo permanentes acotaciones y agregando datos de su vasta experiencia.
La vuelta se realizó por el mismo camino: Canal de la Serna, Paraná de las Palmas, Canal Honda, Río Urión, para dar la vuelta por el Plata a la isla donde se construye el polémico Colony Park, donde se podía ver la maquinaria parada por la clausura dictada por el municipio de Tigre, hasta llegar al apostadero de Marina Nueva a bordo de la lancha de Sturla.