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Estudiantes del CBC de Merlo duermen en el edificio desde hace 70 días

Cientos de alumnos del Ciclo Básico Común (CBC) de Merlo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) padecen el conflicto que enfrenta a esta casa de estudios con ese municipio y, desde hace más de 70 días, pernoctan en el edificio por miedo a que cierren la sede y deben asear baños y pisos por la falta de servicio de limpieza.
Los estudiantes -la mayoría jóvenes de 18 años recién salidos de la secundaria- pasan las jornadas dentro de la dependencia universitaria que funciona desde hace 14 años en esa comuna del oste del conurbano bonaerense, donde lavan pisos, acondicionan las aulas y discuten cómo salir de esa situación de indefensión.

En esa sede, unos 3.500 alumnos debían iniciar el cursado del CBC, pero el 27 de marzo pasado se enteraron que el convenio entre la UBA y el municipio -que permitía el dictado de las clases- fue rescindido y que debían optar por otras dependencias, en Capital Federal o en el norte del Gran Buenos Aires.

"Acá hay estudiantes que vienen desde Luján o Mercedes y esta sede es la única y última opción que tenemos para seguir estudiando en el oeste del conurbano y a mí me reasignaron en San Isidro", explicó Carmen, una de las alumnas que participa de la toma.

Los alumnos elaboraron una lista con las actividades que les toca a diario, como lavar los baños o barrer el hall de entrada, para mantener limpio el edificio, que es un galpón reciclado con ocho aulas ubicadas en dos plantas y está situado a pocas cuadras de la estación de trenes de Merlo.

Además, armaron grupos de 20 jóvenes que cada noche duermen en dos aulas del primer piso -que cuentan con calefacción- para no abandonar la sede que el municipio pretende cerrar porque asegura que no cumple con las condiciones edilicias para tal fin.

Esa decisión municipal disparó el enfrentamiento con la UBA, cuyo rector, Ruben Hallú, se quejó por la falta de aviso y presentó una denuncia ante la justicia de La Plata, para que la intendencia de marcha atrás con la medida.

"No es justo. No pueden venir a decirnos que nos vayamos", reclamó Marcos, un estudiante que cuestionó la decisión del municipio, pero también apuntó por la situación al Rectorado, al señalar que "nos dicen que queremos entorpecer las negociaciones y no nos reciben".

En ese sentido, los alumnos del CBC de Merlo marcharon varias veces al Rectorado, en Capital Federal, pero como no fueron recibidos protagonizaron incidentes y destrozos en el edificio de Viamonte 444.

El 28 de mayo último se vivió una situación muy particular, cuando los estudiantes, acompañados por dirigentes de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), impidieron que los consejeros superiores de la casa de estudios que estaban en sesión salieran de una sala de reuniones.

"Eso no estuvo bien, después hicimos una evaluación muy negativa de lo que pasó por culpa de algunos que se calentaron porque no daban una respuesta", comentó Florencia, otra de las alumnas, quien remarcó que "nosotros no queremos ir al choque, pero no estaban cumpliendo con una sesión pública".

De los 3.500 alumnos, unos mil decidieron quedarse en el edificio y continuar con las clases que dictan por lo menos 60 docentes que se sumaron al reclamo.

"Es esto o dejar de estudiar", graficó uno de los profesores, ante a la disyuntiva a la que se enfrentan los chicos frente al cierre.

Este docente es uno de los que aún dicta clases pese a las sugerencias de parte de los titulares de las cátedras para abandonar la sede y trasladarse a otras dependencias.

Con este escenario, los estudiantes realizan debates improvisados en los pasillos para analizar una salida de esta incertidumbre y, además, para rechazar las acusaciones que reciben de parte desde los sectores que quieren cerrar el edificio.

Al respecto, comentaron que varias veces a la semana, desde un auto sin patente, son arrojados cientos de panfletos que los califican como "agitadores políticos y violentos y ladrones".

"No queremos estar en un lugar donde no te quieren", evaluó uno de los jóvenes durante una de las mateadas que cada mañana se improvisan para empezar la jornada. (Télam)

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