"Déjenme tiempo para que pueda informar por mí misma", expresó Kampusch, de 18 años, en la misma carta, en la que también se refirió al suicidio de su captor, Wolfgang Priklopil, de 44 años, quien se arrojó al paso de un tren al advertir la huida de la joven.
"En mi opinión su muerte no era necesaria (...) En cierta medida estoy en duelo por él, porque fue parte de mi vida", expresó la joven.
Con respecto a su aislamiento de ocho años en un sótano de pequeño tamaño, asegura que no tiene la sensación "de haberse perdido algo", aunque es consciente de que no tuvo una infancia y una adolescencia normales.
Entre otras cosas, destacó, por ejemplo, que nunca comenzó a fumar ni conoció "a amigos equivocados".
En su carta, Kampusch describió además su vida cotidiana con Priklopil, quien la secuestró hace ocho años cuando iba camino del colegio en Viena.
La joven recordó que desayunaban juntos, que hacían las tareas de la casa, cocinaban, veían la televisión y leían.
Además dijo que el espacio en que el secuestrador la mantenía recluida fue diseñado por los dos juntos.
Kampusch fue contundente al escribir que no responderá preguntas íntimas: "Todos quieren formular siempre preguntas íntimas que no le interesan a nadie. Quizá algún día le hable de eso a una terapeuta o quizá nunca".
Por deseo propio, la joven se mantiene alejada de la opinión pública en una institución y ha pedido tiempo para recuperarse y próximamente será trasladada a una vivienda con asistencia psicológica, según comunicó la abogada Monila Pinterits.
El portavoz de la fiscalía del Estado, Hans-Peter Kronawetter, explicó que en el caso de Natascha se siguen dos procesos, uno de ellos es el juicio contra Priklopil, en el que aún se espera el resultado de la autopsia y se comparan sus huellas con las de bandos de datos internacionales.
Un segundo proceso se sigue contra desconocidos, dado que una testigo del secuestro aseguró que vio a dos hombres meter a la niña en un vehículo. (Télam)
