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Tigre - Racing desde la cabina del Matador

Por Leonardo Iglesias - Llegando al Cilindro de Avellaneda, el último sábado por la noche, conversábamos en el auto de la cantidad de motivos que tenía para ser un gran encuentro el de Racing y Tigre.
Una vez más, junto a Marcelo Siri, nos preparábamos para relatar por Estación Tigre (FM 93.5) un juego muy particular dentro de un campeonato Clausura demasiado irregular, pobre desde el juego y llamativo desde las sorpresas que prolongan las fechas hasta acá disputadas del torneo de Primera del fútbol argentino.

Decía más arriba que el choque a disputarse en el estadio Presidente Perón tenía muchos matices y condimentos para desenvolver: Racing llegaba con dos derrotas consecutivas -la última caótica tras perder 1-4 ante Lanús- y lo llamativo de éstas caídas fueron que se sucedieron luego de que "La Acadé" quedara como único puntero tras golear a Colón en Santa Fe, allá por la quinta fecha del torneo. Además, Racing llegaba al duelo con el Matador urgido de levantar en lo anímico, ya que en un entrenamiento semanal vivió una situación extrafutbolística con la pelea entre el delantero Teófilo Gutiérrez y Mauro Dobler.

Dicho esto, el condimento especial para Tigre era que en los papeles enfrentaría a un rival "golpeado" y con la sapienza de saber que un triunfo por fin lo liberaría del asedio de la zona de promoción, recuperando la confianza y el juego mostrado en las primeras fechas del campeonato. Arruabarrena en la semana metió cuatro variantes, volviendo al equipo titular Echeverría, Pernía, Galmarini y Ramino Leone.

El comienzo del primer tiempo rompió los esquemas previos: Racing era arrollador y Tigre era arrollado. La Academia puntualizaba su juego por la derecha, con el tándem Pillud y Hauche, siendo éste último -reciente convocado al seleccionado local- un dolor de cabeza para el Tano Pernía, quien jamás pudo detenerlo. Así, Racing desbordaba a gusto y piácere, como dice mi abuelo. Generó en no menos de 15 minutos tres situaciones claras, clarísimas, de gol, pero Tigre con un poco de suerte y la maestría de Islas contuvo el cero.

Hasta el minuto 24 todo era de Racing, pero cosas del fútbol de pronto Tigre dijo presente y Mariano Pernía, tras un centro de Leone y una serie de rebotes, fusiló de zurda a Fernández y puso el 1-0 para el Matador, resultado que a pesar de ser injusto no le importó en absoluto a la cabecera visitante, que desbordaba de alegría tras la conquista. Hete aquí un párrafo aparte para lo que le costó relatar el gol de Tigre a Marcelo Siri. Para ponerlos en situación, la cabina 12 que nos habilitó el departamento de prensa estaba ubicada a un metro de la "popular" de Racing...

Luego del grito de Pernía no quedó mucho más para contar, a excepción de la última jugada del primer tiempo. Fue un contragolpe rápido, que comandó Diego Morales y habilitó a Galmarini, quien al sentir el contacto se dejó caer (fue falta igualmente) y tomó trascendencia el juez Saúl Laverni, quien expulsa en la jugada a Lucas Licht, el volante izquierdo de Racing. Para mi criterio acertó el árbitro, pero cómo hacerles explicar a las 25.000 almas de La Academia quién tiene la razón. A partir de allí, todo se desvirtuó. La gente de Racing buscó un culpable para el resultado, recayendo en el juez un sinfín de insultos. Con la mente fría, habría que hacerles entender que Racing perdía por méritos propios, de escasa contundencia en el área.

En el complemento se mantuvo la línea del final del primero. Racing nervioso dentro y fuera de la cancha, Tigre muy astuto se tranquilizó y dejó pasar los minutos, no sin antes marcar el segundo gol, con un tremendo cabezazo de Stracqualursi, cuándo no. Y ahí sí el Matador se súper relajó, situación que no se recomienda en el fútbol actual.

Racing, con uno menos fue y fue, a los ponchazos. Pudo descontar y le puso suspenso a la película, que se volvió a desvirtuar con un patadón de Fariña a Martín Gómez. El de Racing fue expulsado y la gente del local no aguantó más la soberbia del juez. Tiraron desde zapatillas a celulares, y el juego estuvo a punto de suspenderse.

Tigre, timorato, no pudo liquidar el pleito y terminó sufriendo, en una escena difícil de explicar, ya que tenía dos hombres de más en cancha. Pese a eso, fue final y Tigre consiguió un triunfo histórico, tras 57 años, ganando en Avellaneda. Desde la cabina poco lo pudimos disfrutar, ya que "el horno no estaba para bollos" al lado de la popu local y nos fuimos rápidamente aunque felices con el resultado, no tanto con el juego, pero dulces con un triunfo especial, por aquello que hablábamos al llegar en el auto al Cilindro.

Ahora se viene All Boys, un equipo muy fuerte en el Apertura y de capa caída en el Clausura, irregular. Pese a eso, no hay que confiarse. Sabe la historia rica de Tigre que no hay que "resucitar muertos", sino seguir dejando el alma en la cancha, que desde la tribuna y la cabina siempre vamos a alentar.

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