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Pidieron prisión perpetua para comerciante y su hijo por el crimen de Solange Aguirre

Un fiscal de juicio pidió esta tarde que se condene a la pena de prisión perpetua a un comerciante y su hijo como coautores del crimen de Solange Aguirre, una joven de la localidad bonaerense de Benavídez que en 2012 apareció enterrada y decapitada en una isla del delta de Entre Ríos.
El letrado informó que, en tanto, la defensa oficial requirió la absolución de Reynoso hijo y una condena de ocho años por "homicidio simple" para el padre.

Antes de los alegatos de las partes, declararon los peritos que encontraron el cadáver de Aguirre en Entre Ríos y que realizaron las autopsias respectivas.

Según Vera, uno de los forenses declaró ante los jueces Alberto Ortolani, María Elena Márquez y Gonzalo Aquino que la víctima fue decapitada cuando aún estaba con vida ya que las lesiones en el cuello eran "pre morten".

Este testigo también dijo que el asesino "tenía conocimientos de anatomía" y que actuó como si estuviera "cortando un pollo" con un elemento filoso y contundente, precisó el abogado.

Luego de las declaraciones testimoniales y los alegatos, Reynoso padre pronunció sus "últimas palabras" y además de pedirles perdón a todos los presentes se dirigió a la madre de Aguirre y le confirmó que él cometió el crimen el 5 de septiembre de 2012.

Finalmente, el tribunal pasó a un cuarto intermedio hasta las 13 del 20 de noviembre próximo cuando dará a conocer su veredicto.

El debate comenzó ayer con las declaraciones testimoniales, entre ellas, la de Federico Carabajal, un compañero de pesca de Reynoso padre, que contó que éste le confesó haber cometido el homicidio y que también le pidió ayuda para borrar pruebas.

Según las fuentes, el comerciante ya confesó el crimen de Aguirre ante la Justicia durante la instrucción de la causa y en esa oportunidad trató de desvincular a su hijo, que resultó beneficiado con una falta de mérito y por eso, a diferencia del primero, llegó libre al juicio oral.

Pero luego se conocieron informes forenses que determinaron que Aguirre había sido asesinada en el mismo sitio donde la decapitaron y mutilaron, es decir, en la isla del delta donde estuvieron juntos padre e hijo.

Aguirre (22) fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012, cuando salió a comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, partido de Tigre, donde quedó grabada su imagen por cámaras de seguridad del comercio.

La joven era madre de dos hijos, un varón que ahora tiene 7 años y una niña de 4, que es hija de Reynoso padre, a pesar de que ellos nunca fueron una pareja formal.

De acuerdo a lo establecido en la causa, Aguirre dijo que después de ir al supermercado iría a hablar con el padre de su hija a una de sus pollerías ubicadas en la ruta 9, también en Benavídez, para pedirle el dinero de la manutención de la niña.

Mientras que Reynoso fue detenido, se quebró y confesó el crimen ante el primer fiscal de la causa, Marcelo Fuenzalida, en ese momento a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Conexos a la Violencia de Género de San Isidro.

El acusado admitió en esa oportunidad que la noche en que Aguirre lo fue a ver a uno de sus comercios discutieron y él le pegó un golpe en la sien con una chaira para afilar cuchillos.

El imputado declaró que al advertir que la había matado -ahora se sabe por los peritajes que aún estaba viva-, colocó el cuerpo en unas bolsas de consorcio grandes que había en el local, lo cargó en su camioneta y concurrió a su casa de Boulogne, donde estaba su hijo Sergio.

Ya en horas de la madrugada del día siguiente, Reynoso padre aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, un lugar que conocían porque solían ir a pescar, pero que Sergio nunca supo que él llevaba un cadáver ni que en ese sitio lo enterró.

A tres días de la desaparición, en un camino vecinal próximo al puente Urquiza de la isla de Talavera, a metros del límite con la provincia de Buenos Aires pero del lado de Entre Ríos, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer, que luego se determinó que era el de Aguirre.

La cabeza de la víctima recién fue encontrada el 28 de septiembre de 2012, cuando el propio asesino confeso participó de una inspección del lugar con los investigadores y marcó el sitio exacto donde la había escondido, a cuatro o cinco metros de donde había enterrado el cuerpo.

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