Así es como los gobernantes empiezan a gobernar para sí mismos, como toman los recursos públicos como privados (si no lo hacen desde el primer día), y como se olvidan de que hay cosas que sencillamente no se pueden hacer. En el fondo, siempre solemos remitir, consciente o inconscientemente, a un razonamiento de este tipo para justificar porque los presidentes solo tienen dos mandatos. La pregunta clave es la siguiente: ¿por qué no aplicamos el mismo razonamiento a la administración municipal?
Vivo en Vicente López, donde hemos tenido el mismo intendente desde 1987, Enrique García. Fue reelecto 5 veces, presentándose con distintos partidos en ese período (UCR, FPV, independiente, etc.). Podemos preguntarnos porque permitimos este tipo de conducta a nivel municipal cuando nunca la permitiríamos a nivel nacional. No es que seamos muy vigilantes del poder a nivel nacional (porque no lo somos), pero cuanto más exacerbado es esto a nivel municipal es realmente notorio y preocupante.
Esto no es una proclama contra el señor García, sino más bien un llamado de atención a los ciudadanos de Vicente López (me incluyo), así como los de cualquier otro municipio que pueda identificarse con este asunto.
Es de esperar que los políticos se abusen de su poder. Pero también es de esperar que los ciudadanos no permitan este tipo de conducta. De García no puede esperarse otra cosa, en cambio de los vecinos de un municipio sí. ¿Es que no nos importan los asuntos municipales? ¿O realmente pensamos que lo que no puede funcionar a gran escala puede funcionar a pequeña escala? ¿Es más fácil mudarse de barrio que de país? Verdaderamente me resulta inexplicable.
Sin entrar en detalle de la realidad actual, sus problemas (aumentos fuertes del ABL y una inseguridad creciente, entre muchos otros) son indisociables de la mentalidad con la que afrontamos los asuntos sociales. Quizás, en lugar de una protesta aislada por un problema puntual, concientizarnos de este problema nos puede ayudar a visualizar mejor nuestra actualidad como municipio.
Por último, creo que reclamar una institucionalización del repudio al poder ilimitado, a través de una prohibición legal a la reelección indefinida, sería una buena medida inicial, en el camino a lograr lo que, en líneas generales, todos deseamos; que los políticos se ocupen de su trabajo, y nada más que eso. Concedido eso, podemos preocuparnos de los debates sobre que queremos hacer desde la administración gubernamental con nuestro municipio. Cuanto más impersonal sea la administración de los asuntos de gobierno, mejor nos va a ir, porque no vamos a depender de los caprichos del de turno.
Por Patricio Echagüe, Licenciado en Ciencias Políticas, UBA.