Se mató "Malevo" Ferreyra cuando iban a detenerlo por delitos durante la última dictadura
El ex comisario tucumano se suicidó de un disparo en la cabeza cuando un grupo de gendarmes llegó a su casa para apresarlo. Pese a que fue llevado a un hospital cercano, cuando ingresó al centro médico ya estaba muerto.
La Jefatura de Policía de Tucumán informó oficialmente que Ferreyra se resistió a ser llevado preso cuando los gendarmes llegaron a su casa, se subió a un tanque de agua y luego se efectuó un disparo.
Pese a que el ex comisario fue llevado a un hospital cercano, cuando ingresó al centro médico ya estaba muerto.
Dos años antes, en diálogo con la prensa, Ferreyra había anticipado que no iba a entregarse bajo ninguna circunstancia. “No me voy a entregar, y si intentan capturarme, puede pasar cualquier cosa”, dijo.
El ex comisario, conocido por su particular sombrero y camisa negra, era buscado con orden de captura nacional e internacional en el marco de la megacausa por violaciones a los derechos humanos, por su participación durante la represión ilegal en los ’70 en el centro clandestino de detención ex Arsenal Miguel de Azcuénaga.
Por otra parte, en 1993 fue condenado a cadena perpetua por el fusilamiento de Hugo José Vera, José Adolfo Menéndez y Ricardo Alberto Andrada, ocurrido dos años antes en un confuso episodio en el paraje tucumano conocido como Laguna de Robles. Allí, el ex comisario simuló un enfrentamiento tras arrestar a los tres hombres ilegalmente, mantenerlos escondidos durante un día y balearlos en plena noche.
Sin embargo, tras dictarse la sentencia, el “Malevo” huyó de Tribunales granada en mano y se mantuvo prófugo varios años, hasta que finalmente se entregó. Entonces, una reducción de la pena que llegó de la mano de Antonio Bussi, le permitió salir en libertad.
Así se mantuvo durante años, hasta que la denuncia de una vecina por una supuesta agresión y su ausencia en Tribunales cuando se lo citó a declarar derivó en que el fiscal lo fuera a buscar a su casa y encontrara un arsenal compuesto por armas y municiones.
Después llegó la orden de captura nacional e internacional en la megacausa.
“Soy católico y pongo la mano derecha en la Biblia. Juro que no tuve nada que ver con el hecho”, había asegurado a la prensa tucumana en los últimos días. “Seguramente Dios me va a acompañar. Soy íntegro y no tengo ninguna responsabilidad en el hecho y mi familia tiene instrucciones de como probar que soy inocente”, concluyó.