Los manifestantes se pararon cerca del púlpito mirando al cura acusado y permanecieron en el lugar por espacio de una hora, provocando un estado de nerviosismo en el joven sacerdote, a quien le costó leer y ubicar las páginas del Evangelio.
"Cuando nos enteramos que Latorre iba a dar una misa en la Iglesia Catedral empezamos a mandarnos mensajes de texto para juntarnos allí y escracharlo", comentó uno de los familiares a la prensa.
Una vez terminada la ceremonia, Latorre salió por la puerta trasera sin saludar a los presentes como habitualmente se hace en la misa de Navidad, mientras nadie reprochó la actitud de los manifestantes.
Latorre y Martínez están acusados no procesos por los delitos de "reducción a la servidumbre y estafa" que formularon familiares de internas y algunas externas del instituto Servi Trinitatis, que tiene un régimen de funcionamiento similar a una secta, en éste caso católica.
Las jóvenes que ingresan al instituto hacen voto de pobreza y castidad y entregan a los curas todos sus bienes y sueldos y las que salen a trabajar, tienen una vestimenta particular que disimula el cuerpo, no tienen contacto con hombres ni con sus familiares, padecen trastornos alimentarios por tener una dieta muy pobre en nutrientes y viven el día en permanente oración.
Ayer, la jueza María del Carmen García ordenó por pedido de los padres de una interna que una joven de 32 años fuera trasladada a un hospital para que los psiquiatras le realicen una pericia.
Pero a la pocas horas de concretada la orden judicial dispuso que sea devuelta al cénaculo Servi Trinitatis, decisión que el abogado de las familias, Omar Gebruers, calificó de "mafioso y perverso".
Actualmente la causa de Servi Trinitatis está a cargo de la jueza Laura Armagno, nueva titular del juzgado penal. (Télam)