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Un rugbier golpeó a un joven en una fiesta privada en San Isidro

Un jugador del CASI fue acusado por lesiones leves, tras golpear a otro joven en una fiesta. Hace unas semanas, denunciaron que parte del plantel del mismo club le había desfigurado la cara a un estudiante
El domingo 3 de agosto, un joven habría sido agredido por Matías Duwavran, un segunda línea del Club Atlético San Isidro (CASI), en una fiesta privada que se llevaba a cabo en el barrio La Horqueta, por lo que el agresor fue denunciado por "lesiones leves" en la comisaría 3ª de San Isidro.

Uno de los amigos de la víctima relató que "todo fue después de un choque accidental, típico de cuando la gente baila amuchada en un lugar. Sin previo aviso, ni insulto, empujón ni nada, este muchacho, que parece un ropero, saltó sobre mi amigo y le propinó, en menos de cinco segundos, unas 10 trompadas en la cara", por lo que el agredido terminó con el rostro desfigurado, aunque, afortunadamente, sin roturas ni facturas.

Por su parte, un dirigente del club dijo: "Preferimos que Matías no hable para evitar profundizar la cuestión. Realmente, todo esto se nos está yendo de las manos. Es muy raro lo que pasa, porque este grupo de jugadores nunca había tenido problemas de indisciplina".

Ante esto, la madre de la víctima denunció: "El principal problema es la gente que integra la comisión directiva del CASI o el SIC. Ellos no castigan a los jugadores como debería ser: suspenderlos por dos o tres años, así toman conciencia de que si pegan fuera de la cancha, chau carrera deportiva".

Ahora, lo curioso del caso es que la víctima de la agresión tiene los mismos contactos que Malcolm Glass, de 23 años, quien el 29 de junio pasado también fue atacado por parte del plantel del CASI cuando salió de Club 7, un bar de San Isidro, lo que le provocó serias lesiones en el rostro.

"Los rugbiers se cuidan los viernes, pero los sábados a la noche están desbocados. Muchos ya vienen alcoholizados del tercer tiempo. El día que agredieron a Malcolm, los del CASI salieron predeterminados al reviente. Deben darse cuenta de que no pueden comportarse igual que adentro de la cancha. Tienen un físico distinto. De alguna manera hay que pararlos, porque con algunas copas de más, primero pegan y después recapacitan. Lo que pasa es que cuando se dan cuenta, el daño que hicieron ya es muy grande", señaló José Piccardo, amigo de ambos jóvenes agredidos, del colegio Saint Andrew's Scots School, publicó el diario Clarín.

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