Según la investigación de los fiscales Carlos Agüero y Esteban Lombardo, Fortuny empezó un camino sin regreso en febrero de 2004, cuando salió de la casa matriz del BAPRO con nueve mil pesos. El tesorero de la Curaduría de Alienados aseguró que apenas caminó unos metros dos ladrones lo amenazaron con un revólver y se llevaron el dinero.
"No lo denuncié porque tenía miedo de que no me creyeran", explicó el funcionario al juez César Melazo. Entonces vendió una moto para devolver la plata. Fortuny declaró que una semana después fue atacado por los mismos asaltantes que lo amenazaron con matar a su familia si no les conseguía 50 mil pesos, dijo.
Después comenzó con las apuestas en los casinos de Puerto Madero y Tigre. La estrategia -según declaró- era conseguir dinero para cubrir los faltantes en la cuenta de la Curaduría. Fortuny también hacía depósitos cuando ganaba. En una de las partidas obtuvo 52 mil pesos y destinó 27 mil para intentar equilibrar la cuenta. Pero la situación salió de control y terminó acumulando una deuda de más de medio millón de pesos.
Poco antes de quebrarse cobró 29 mil dólares por un lote que vendió. Un día después fue al casino de Tigre convencido de que iba a triplicar la suma, pero el tesorero perdió todo en una noche. Según su declaración, pensó en el suicidio. Cuando la situación era irreversible, se alojó en un hotel de La Plata y simuló un secuestro para "salvaguardar el honor de mi mujer y mis padres", confesó. Por eso, dejó un mensaje en el celular de su mujer. Le decía que tenía que entregar $ 200.000 para que lo liberaran. Así, pensaba obtener el dinero para cubrir parte de los fondos sin despertar sospechas. Pero no pudo seguir con la mentira y al otro día fue a los Tribunales.