Como un poeta urbano que con sus melodías pintó los paisajes y situaciones de una Argentina en épocas de oscuridad, Cantilo dio inicio al concierto con “La jungla tropical”, inmediatamente llegaría “Los sueños de la cultura” a puro ritmo latinoamericano acompañado por quena y flauta.
Pero antes de comenzar el recital se proyecto sobre una pantalla ubicada al fondo del escenario imágenes de cómo fue la grabación del disco, mostrando a cada uno de los músicos que participaron en este “auto homenaje” como reconoció Cantilo en una entrevista.
La noche empezó bien arriba y continuó así hasta el final, tan sólo hubo dos momentos en el que uno de los referentes de rock nacional quito el pie del acelerador: en Catalina Bahia, acompañado en el bandoneón por Omar Massa, y cuando apareció Jorge Duertz para volver a renacer el dueto Pedro y Pablo generando una gran ovación por toda sala que se puso de pie, y que le trajo a más de uno allí presente gratos recuerdos de aquella época.
Luego llegaría “Che ciruja”, “A donde va la gente cuando llueve” y “Que sea el sol”. Junto a Hilda Lizarazu y la armoniquista Sandra Vázquez interpretaron “Blues del éxodo”.
El músico y compositor del eterno cabello enrulado no le temía a los agudos y llevo su voz hasta el límite de su capacidad, como así también pegaba saltos para certificar que los años parecen no pesarle, sino que está en forma y disfrutando del momento que esta viviendo. Él mismo lo ratificó: “hay mucha polenta y ganas”.
El público a cada momento lo ovacionaba con un “¡bravo Miguel! y lo acompañaba coreando los viejos éxitos: “A donde quiera que voy” y “Padre Francisco”.
En seguida desembarcaría en el escenario Rubén Rada para interpretar en un primer intento, fallido, “Yo quiero a mi ciudad” a lo que Rada dijo: “la hacemos de vuelta no pasa nada” haciendo un guiño cómplice al público; para el segundo salió una deliciosa versión en el que Cantilo y el uruguayo más argentino hicieron un juego de voces exquisitas.
También hizo un repaso de sus anteriores discos con “Vieja Madrid”, “Símbolos patrios” y “Rock contra la mina”, tema que habla sobre la explotación indebida de las minas de oro en Esquel, provincia de Chubut, por parte de una empresa estadounidense que esta contaminando la zona.
Flanqueado por una banda que le siguió el paso en todo momento, continuó con “Apremios ilegales”, “La gente del futuro”, “Tiempo de guitarra”, y el final con “La marcha de la bronca” y todo un teatro coreando: “no puedo ver tanta mentira organizada sin responder con voz ronca, mi bronca”.
Recorrer 30 años de una carrera en una noche y ser uno de los referentes del rock nacional parecer ser una tarea titánica, pero para Miguel Cantilo que le dio aires nuevos a sus viejos clásicos no lo parece, ya que con la fuerza y energía que mostró y seguirá exponiendo arriba del escenario está más vital que nunca.
Y sus canciones que pertenecieron aún tiempo de nuestro pasado como país y como sociedad continúan vigentes y seguramente pasarán de generación en generación porque ya son parte de nuestro ser nacional.
Luis Viviant
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