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El Obispo de San Isidro criticó el avance de la droga y sostuvo que hay “alianzas mafiosas” en distintos estamentos del poder

 Obispo de la Diócesis de San Isidro, Monseñor Oscar Ojea
El Obispo de la Diócesis de San Isidro, Monseñor Oscar Ojea, reclamó una urgente actualización de las becas que otorga la provincia de Buenos Aires y que se encuentran “congeladas” desde hace casi cuatro años. Calificó las reuniones mantenidas con funcionarios de Daniel Scioli como de “cordiales”, pero se lamentó que no hayan tenido ningún resultado.
Y fue lapidario con la situación de la droga en nuestro país: “Hay alianzas mafiosas que están detrás de todo esto. Hay gente que está en distintos estamentos del poder que está como confabulada en una actitud permisiva, y la corrupción tiene que ver con esto. Además es mucho dinero el que deja, y es un negocio redondo”.


Distinguido en la década de los 90 por el Papa Juan Pablo II con el título de Prelado de Honor de Su Santidad e incorporado a la Casa Pontificia, Monseñor Ojea destacó la intensa labor que están llevando a cabo más de un centenar de centros de asistencia a los más desprotegidos en todo el área de influencia de la Diócesis, pero reclamó una sustancial mejora en los montos de las becas, que unitariamente alcanzan a apenas 300 pesos. “Permítannos seguir ayudando y no poner a los centros al borde del abismo”, expresó.

Opinó además acerca de la droga que “estamos viviendo en una sociedad adicta, y en todas las clases sociales, lo que hace que no miremos donde tenemos que mirar, sino para otro lado”.

El prelado formuló durísimas declaraciones sobre el flagelo de la droga, la “impresionante cantidad de que se dispone en el país”, la “facilidad con que los chicos consiguen la droga”, y la cantidad de gente que trabaja en ese mercado. Y agregó: “Para los chicos más pobres de nuestros barrios la droga ya está despenalizada de hecho. Y el primer encuentro que un chico tenga con el Estado, no puede ser la cárcel”, expresó, en relación al sistema carcelario y a la necesidad de incrementar las acciones del Estado para evitar que los jóvenes caigan en la drogadependencia.

Monseñor Ojea fue entrevistado en el programa “Fuentes Confiables” que se emite de lunes a viernes de 9 a 12 horas por AM 1540 Radio Líder, con la conducción del periodista Alfredo Goijman.

Tajante, el obispo de San Isidro dijo que “estamos viviendo en una sociedad adicta, y en todas las clases sociales, lo que hace que no miremos donde tenemos que mirar, sino para otro lado”.

“Es un problema muy serio. La ausencia de los padres en la casa, y la poca presencia de la madre porque tiene que salir a trabajar, hace que los chicos durante muchas horas del día estén solos, y tiendan a “recrear” una familia en base a relaciones artificiales como lo es la relación de la banda, o del pequeño grupo, que está lejos de ser una relación familiar”, y dijo que allí es donde muchas veces comienza el camino de la droga.

Ojea remarcó que “más allá del trato siempre cordial de los funcionarios de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, nosotros teníamos algunos atrasos en el otorgamiento de becas, que poco a poco tienden a resolverse”.

Agregó que el problema fundamental “es que las becas están congeladas desde diciembre de 2010, y entonces lo que nosotros recibimos con el paso de la inflación en el país, en cuatro años no se ha tocado”.

Añadió que en la actualidad “tenemos 114 centros en toda la Diócesis, con unos 500 empleados, docentes, personal docente, gente que trabaja diariamente en comedores, en merenderos, y entonces se imaginarán todos la responsabilidad que tenemos como Obispado de poder seguir ayudando, sosteniendo, y no ponerlos ante un abismo con la falta de apoyo”.

Ojea aclaró que “por ahora a través de nuestro esfuerzo, de la Diócesis, y de tanta gente en base a su buena voluntad vamos cubriendo aquello que el Estado no puede alcanzar”, pero advirtió que “estamos seriamente preocupados porque si esto sigue, si continua en esta línea, no vamos a poder atender bien los centros”.

Sostuvo que la presencia de los centros, por ejemplo un apoyo escolar en un barrio marginal en un contra-turno de colegio, “es un servicio fundamental para que los chicos no estén en la calle. Si decimos que estamos preocupados por la droga, no podemos estar solo preocupados por la oferta, por el narcotráfico, por el tema policial, o por cómo se instrumentan las exigencias de nuestro país para impedir o limitar el acceso de gente o de dinero proveniente de la droga. Todo esto tiene que ver con la oferta (de droga), pero lo que nos preocupa especialmente es el tema de la demanda”.

En ese sentido, “en cuanto a la demanda de droga de nuestros chicos, sus problemas afectivos, su soledad profunda, la pérdida de sentido de la vida, necesitamos gente que pueda contenerlos, encontrarles alguna alternativa que nunca va a sustituir la vida familiar, pero al mismo tiempo rodear de afecto a los chicos para que se sientan con la seguridad necesaria para seguir yendo al colegio, no hacer abandono de la escuela, eventualmente estar preparados para un trabajo el día de mañana”, convocó.

Vaticinó que “si esto no ocurre, poco a poco la droga deteriora de tal manera (al ser humano y a la sociedad en su conjunto) que uno se va tornando incapaz de servir a la sociedad”.

“Y entonces me parece que es allí donde el dinero del Estado tiene que estar volcado principalmente”, expresó.

Consideró el obispo Ojea que “tal vez el tema de las paritarias docentes y en general, haya tenido a los funcionarios de la provincia de Buenos Aires muy atentos a toda esa problemática. Pero también es verdad que en los barrios marginales, cuando trabajamos con los chicos estamos trabajando por la paz social, estamos trabajando por la seguridad, para contener a los chicos a través de nuestros docentes, trabajadores sociales, psicólogos, gente que sirve. Todo ese personal, que hace años que viene cumpliendo esta función, no puede ser puesto en riesgo”, señaló.

“vivimos en una sociedad adicta”
Sobre la drogadependencia, Ojea declaró: “Es impresionante la cantidad de droga de que se dispone en el país, la facilidad con que los chicos consiguen la droga, la cantidad de gente que trabaja en el mercado de la droga, mucha gente de nuestro pueblo y con necesidades, consigue el dinero más fácil haciendo una transacción a través de la droga que de otra manera. Es como una cadena de gente volcada a esto”.

En el mismo sentido puntualizó: “El otro problema es el crecimiento de la demanda. En esto me atrevería a decir, y esto es un tema más profundo, que estamos viviendo en una sociedad adicta, y en todas las clases sociales, lo que hace que no miremos donde tenemos que mirar, sino para otro lado”.

“Es un problema muy serio. La ausencia de los padres en la casa, y la poca presencia de la madre porque tiene que salir a trabajar, hace que los chicos durante muchas horas del día estén solos, y tiendan a “recrear” una familia en base a relaciones artificiales como lo es la relación de la banda, o del pequeño grupo, que está lejos de ser una relación familiar”, añadió.

Retomando el tema de los comedores y centros de atención, dijo que tales lugares “procuran mantener creativamente ocupados a los chicos, en aprendizaje de computación, actividades artísticas, desarrollando y valorando sus capacidades. Y entonces todo esto, lo de los centros, se debiera multiplicar en lugar de cercenar sus posibilidades”.

“Yo creo que el de la droga es el problema social más grande de la Argentina, porque los chicos, evidentemente no encuentran otra salida a la droga, y caen cautivos. En el caso del “paco”, después de tres o cuatro consumos ya se genera adicción y después es muy difícil salir, y entonces el chico hace cualquier cosa por obtenerlo”, reveló.

“Creo que no hemos advertido lo problemático de la droga, porque hemos mirado hacia otro lado. Pero ahora esto se ha transformado en un problema nacional”, planteó.

Pero Ojea fue terminante a la hora de buscar responsbles: “Hay alianzas mafiosas que están detrás de todo esto. Hay gente que está en distintos estamentos del poder que está como confabulada en una actitud permisiva, y la corrupción tiene que ver con esto. Además es mucho dinero el que deja y es un negocio redondo. Toda la sociedad tiene que tomar conciencia de esto”, puntualizó.

Añadió finalmente que “para los chicos más pobres de nuestros barrios la droga ya está despenalizada de hecho. Y el primer encuentro que tenga con el Estado no puede ser la cárcel”.

“Creemos que debe cambiar el sistema carcelario, hay que repensar todo el sistema penal”, concluyó.

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