Sin embargo, cualquier conclusión debe hacerse con la reserva de que Arsenal fue un equipo que a falta de respuestas futbolísticas tampoco dio muestras de rebeldía y se entregó mansamente a su suerte.
Boca jugó los primeros quince minutos de la etapa inicial en un muy buen nivel. Tuvo movilidad, determinación y contó con la lucidez de Riquelme, quien estuvo bien secundado por Chávez. Así, desde el comienzo estableció diferencias claras en el juego.
Además, se vio favorecido por la pasividad de un Arsenal que, desarticulado, dejó espacios para aprovechar y, por si eso fuera poco, fue incapaz de sostener la posesión de la pelota. De esa manera, en la tercera llegada clara, a los nueve minutos, el equipo local abrió el marcador en una excelente jugada de Riquelme, que inició la acción, fue a buscar la devolucion de Chávez y quedó sólo ante Cristian Campestrini.
El enlace xeneize pudo haber definido directamente, pero eligió cederle el gol a Palermo, quien no tuvo más que empujarla para convertirse en el máximo goleador de la historia de Boca.
Dos minutos más tarde, en otra buena acción ofensiva con participación de Riquelme y Palermo, fue Gaitán quien recibió sobre la derecha, sacó un zurdazo cruzado que rechazó Campestrini y Chávez, sin oposición, capturó el rebote y marcó el segudo gol.
La última media hora de la etapa inicial se hizo monótona porque Boca bajó el ritmo y Arsenal nunca apareció en escena, a excepción del minuto 30, cuando Sergio Sena remató entrando al área desde la derecha y Javier García contuvo en dos tiempos.
Había transcurrido poco más de un minuto del complemento cuando García sacó largo, recibió Gaitán y entregó a Riquelme, quien se abrió hacia la derecha fabricándose el espacio y sacó un perfecto latigazo cruzado para establecer el 3-0.
Si todavía por entonces cabía alguna duda respecto de la definición del encuentro, en ese momento quedó definitivamente despejada. Todo lo demás ni sirvió para que se lo tenga en cuenta. El marcador se decoró a los 16 minutos con el cuarto gol de Boca y el segundo de Palermo en la noche, producto de la generosidad de Gaitán, quien picó solo por el medio, ganó en velocidad, y ante la salida de Campestrini tocó corto al medio para que el ya legendario delantero cantara su gol 220 con la camiseta azul y oro.
Por Raúl Armando Pérez (DyN)
