Además señaló que la Constitución de 1994 instaló y mezcló un parlamentarismo-presidencialista que armó instituciones creando “injertos” que no definen sus funciones por lo que se llega a “una lógica perversa donde la oposición obstaculiza al gobierno de turno para llegar al poder, mientras que el partido gobernante se maneja solo con mayorías absolutas”.
Esta situación, marcó Zaffaroni, tiende atomizar las fuerzas políticas y a desaparecer porque se forman alianzas pocos claras, sin un compromiso claro y siempre bajo sospecha, “mientras que en el parlamentarismo se conforman coaliciones como opción de gobierno en donde las negociaciones son claras y no hay espacio para negociaciones turbias”.
El integrante de la Corte explicó que en la crisis de 2001, “en la que se estuvo al borde del abismo, pero no de un tsunami” la salida fue a través del Parlamento, “por lo tanto tenemos experiencia parlamentarista porque fue nuestro medio para salir y evitar mayores crisis”.
Zaffaroni dijo, en el encuentro “Reforma política y sistema de Gobierno: ¿Es la parlamentarización del presidencialismo una opción?” que se realizó en la Facultad de Derecho de la UBA, que la discusión sobre la reforma política debe ser consensuada con seriedad, “porque tenemos un control constitucional poco serio en donde no hay seguridad jurídica para aquel que quiera invertir en el país, en la que un día algo es legal pero al otro ilegal”.
También criticó a los dirigentes y a la sociedad por “quedarnos siempre a mitad de camino”, y remarcó que hay de debatir una nueva ingeniería de poder donde haya un mayor control “en la que el gobernante de turno cuando tenga mayoría pueda ejercer el poder, pero cuando la pierda que se vaya”.
“Hay que formar un sistema de gobierno fuerte con alianzas y negociaciones, un modelo de Estado donde se trabaje sobre los problemas básicos de la gente, porque sino vamos a perder el tren de la historia”.
Luis Viviant
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