"Es la primera vez que la crisis no parte de los países emergentes hacia el centro, sino al revés. La solidez de nuestras cuentas y nuestro modelo de acumulación nos permitieron estar más tranquilos [frente a la coyuntura internacional] que si esto hubiese pasado unos años antes", aseguró la Presidenta durante un acto de inauguración de obras en Avellaneda.
A diferencia de lo que había hecho el martes pasado, cuando afirmó que la economía nacional "está fuerte" y dio a entender que no se verá afectada por la crisis, la jefa del Estado admitió que "si la crisis afecta a los países centrales de alguna manera impacta en el resto del mundo".
No obstante, reforzó las críticas contra los "pronosticadores". Hablaba de las obras para el saneamiento de la cuenca Riachuelo Matanza que inauguró junto con el gobernador Daniel Scioli cuando deslizó: "Esto da sustentabilidad al modelo económico y nos permite hacer estas obras y seguir desarrollando este modelo que tanto ha sido cuestionado por quienes no fueron capaces de prever la crisis en sus propios países", embistió.
En la misma línea, agregó: "Nuestra forma de administrar los recursos del Estado nos permitió hacer estas obras que son reactivadotas de la economía. Y las pudimos hacer porque hemos administrado como no administrado como los que desde el Norte dan recetas de todo tipo. Quienes nos hablan de superávit desde el Norte tienen el mayor déficit fiscal del que se tenga registro".
Enseguida, la jefa del Estado anunció una suba del superavit fiscal que esta mañana le había comunicado el ministro de Economía, Carlos Fernández.
La Presidenta hablaba de las desigualdades entre el norte y el sur hacia adentro de la provincia de Buenos Aires y aprovechó para llevar el ejemplo al terreno externo. Insistió con sus críticas a "la costumbre cultural de mirar para el Norte, incluso más allá de las fronteras del país" y reclamó: "Es necesario que empecemos a mirar hacia el sur. Yo me siento orgullosa de ser del sur. Doblemente del sur", se entusiasmó.
En otra parte de su mensaje, en obvia referencia a la crisis financiera que se agravó esta semana en los Estados Unidos, aclaró: "No queremos que nadie tenga problemas. No nos alegra".
Antes de despedirse pidió "seguir confiando" en lo que llamó "nuestro proyecto de país".
