"Se perdió el respeto por el otro y la conciencia de que hay un otro con necesidades propias", añadió Diego.
Según explicó la especialista, "se ha perdido la distancia generacional", porque "el adulto busca 'adolentizarse', al pensar que ser grande es solamente perder la forma del cuerpo y tener arrugas".
Por esa pérdida de los lazos sociales "hay un hundimiento de los valores y una compulsión por imponerse por la fuerza en un contexto hostil", opinó Diego.
Por su parte, María José Lubertino, titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (INADI) consideró que "muchas veces las personas que terminan cometiendo la acción violenta o discriminatoria, son las que se han visto sometidas, presionadas y discriminadas sistemática y estructuralemente".
"Nada justifica un hecho de violencia o discriminación pero hay que analizar también en qué contexto estos hechos se producen", añadió Lubertino. (Télam)