En cuanto al gasoil, el precio del litro pasó de $25,94 a $26,38, montos que implican un avance de 1,6%; al tiempo que el de Infinia diésel, subió de $31,19 a $31,65, un 1,4%.
Por su parte, Shell aplicó un incremento más marcado, de hasta 12 por ciento, al tener en cuenta los aspectos tributarios, pero también el impacto de la devaluación del peso.
En ese caso, el litro de la nafta súper pasó de $30,28 a $33,91, un ajuste de 11,98%; al tiempo que el de nafta premium trepó 10,9% de $36,95 a $40,99.
En tanto, el de diesel subió 12% de $27,26 a $30,53, al tiempo que el de diesel premium creció 12% al pasar de $32,73 a $36,66.
Esos precios, producto del tercer aumento en menos de treinta días, comenzaron a regir desde este sábado en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), mientras que en el interior del país son más altos.
En algunos lugares como Mendoza o Santiago del Estero se dieron largas colas durante la noche del viernes para cargar combustible ante las versiones respecto de que iba a aplicarse un nuevo aumento.
Las petroleras argumentaron que la actualización de la tarifa se debe al incremento del impuesto a la transferencia de los combustibles (ITC) y el ajuste en el importe de biocombustibles.
En julio, cuando la inflación fue de 3,1%, uno de los factores que más presión puso a la inflación, junto al turismo por vacaciones de invierno y los alimentos, fue el sector de combustibles.
Según el INDEC, el índice inflacionario anual se ubica en el 31,2% y no sólo deteriora el poder adquisitivo de los asalariados sino que pone en peligro la meta pactada con el FMI del 32%.