La pesadilla para el menor se inició en José María Rodó y General Mosconi, de la localidad de Beccar.
El muchacho caminaba por la zona el lunes pasado por la tarde para tomar clases de piano cuando tres hombres que circulaban en un Honda Civic se detuvieron y le preguntaron “cómo ir al centro”.
Mientras les estaba explicando, los delincuentes lo encañonaron y lo subieron al auto, en el que lo obligaron a conducirlos a su casa, bajo amenaza de muerte.
“Se frena un auto y me pregunta si sé cómo llegar al centro. Cuando le estaba explicando saltan dos tipos de adentro y me meten. Me dicen: ¿dónde está tu casa? Te vamos a matar “, contó el menor sobre ese momento.
Los asaltantes lo llevaron al chico a su domicilio, en Rodó al 1500, donde se encontraba su madre con sus hermanos menores, de nueve y trece años.
Dos de los delincuentes entraron a la casa, mientras al chico le pedía a su madre que “largara todo” porque lo iban a matar.
Los ladrones se apropiaron de dinero en efectivo y distintos bienes personales, para luego irse con el adolescente secuestrado a la farmacia de su familia, situada en José Ingenieros al 3.400, donde sólo encontraron en la caja unos mil pesos.
A esa altura, el padre del joven se había enterado de lo que ocurría y alertó a la policía, por lo que se inició una persecución.
El auto fue ubicado y en inmediaciones de la villa San Cayetano, en Roma y Gobernador Udaondo, se produjo un tiroteo, que derivó en que uno de los delincuentes cayera herido, otros dos huyeran y el joven fuera liberado ileso.
“Se meten en la villa, frenan el auto, se bajan los dos de los costados y se empiezan a disparar con los policías de atrás. Yo, metido en el miedo, acostado, rezándole a todos los dioses existentes que por favor no me mataran”, contó el adolescente sobre los últimos momentos de la pesadilla.
Según indicaron voceros policiales, el ladrón herido, de 38 años, había fugado junto a otros seis detenidos de la comisaría de Grand Bourg el 13 de noviembre pasado.
Ayelén Reinoso, madre del joven, definió a la odisea que le tocó vivir a la familia como “50 minutos terribles”.
“No sirve de nada lo que hacemos, tenemos cámaras de seguridad y vigilancia privada en la zona, hay garitas en cada esquina de casa, e igual te roban”, expresó en diálogo con los medios.
