El organismo dependiente de la Conferencia Episcopal Argentina, que preside Emilio Inzaurraga e integran mayormente laicos, sostuvo que “también en otros lugares del país se viven situaciones similares aunque muchas no se den a conocer por miedo a las consecuencias de la denuncia”.
“La voz de la diócesis de Merlo-Moreno es valiente y profética, porque ni la indiferencia ni el temor cierran los ojos o acallan las palabras ante la injusticia”, destacó en un comunicado difundido en el marco de la reunión de la comisión permanente del Episcopado que concluye este mediodía en Buenos Aires.
“Gracias a Dios, no es una voz solitaria. Tanto la Iglesia como distintos actores de la sociedad civil y del propio Estado, vienen insistiendo en un sinceramiento de lo que nos sucede”, aseguró, e hizo una “larga enumeración de males: la naturalización de la violencia, los estragos de las adicciones, el narcotráfico, la corrupción, los abusos de poder, las injusticias que padecen especialmente los que menos tienen”.
“Enumerar los males que nos aquejan puede ayudarnos a tomar conciencia de nuestra realidad. Sería altamente perjudicial si matara la esperanza, si adormeciera, si anestesiara el hambre y sed de superación naturalizando situaciones”, aseveró.
“No podemos rehuir responsabilidades, menos aun quienes son responsables de la seguridad y del cuidado de todos. La expresión ‘es lo que hay' que a veces utilizamos debería modificarse por ‘otro país mejor, otra sociedad mejor, otra forma de vida más digna son posibles' y comprometernos para realizarlo”, sugirió.
“Pedimos al Señor de la Historia que alimente la esperanza y nos ayude a profundizar nuestro compromiso de trabajar por la paz y la justicia”, concluyó la comisión.