Basílico explicó que las estaciones de servicio que sufren más el impacto del ajuste de precios “son las que venden hasta 100 mil litros por mes, cuyo único margen de rentabilidad está basado en el volumen. Por eso, por mínima que sea, las consecuencias sobre esos establecimientos son demoledoras”.
“Es que cada vez que se efectiviza una suba de precios al surtidor, los clientes retraen su demanda en un 9% promedio, de acuerdo con el tamaño de la expendedora y la zona del país”, señaló el directivo al portal especializado Surdidores.
Además, resaltó que “los combustibles líquidos de la Argentina son los más caros de la región, debido a la enorme cantidad de impuestos que se cargan sobre el producto. Siempre que en el resto del mundo baja el crudo, en nuestro país jamás se reducen los costos del combustible”.
Por último, puntualizó que los expendedores de combustibles obtienen “solo un 5% de ganancia por litro vendido, lo cual le impide subsistir. No queremos que haya más estaciones de servicio cerradas, ante la indiferencia de las autoridades”.