Un tercer delincuente fue intensamente buscado hasta que se comprobó que se había refugiado en el interior de una casa, donde tomó a su único ocupante, un hombre de unos 30 años llamado José, como rehén.
Un vecino se percató que José no respondía a sus llamados, pese a que tenía el utilitario de su propiedad en la puerta, por lo que convocó a los policías que rastrillaban la cuadra para dar con el tercer ladrón.
Los uniformados entraron a la casa y encontraron al ladrón refugiado en el baño, y lo detuvieron sin que opusiera resistencia.
Según indicó el propio José, el delincuente, al que describió como muy joven, no ejerció violencia sobre él, no le robó nada y sólo le pidió "que lo guarde hasta que lo pasen a buscar".
El joven ladrón, que estaba provisto de una pistola aunque aparentemente para tranquilizar a su rehén vació el cargador, tomó una ducha y le pidió al vecino, que ostentaba una minuciosa calvicie, que lo afeitara con la máquina de su propiedad.
Cuando la policía entró, el delincuente no opuso resistencia y fue llevado detenido con la cabello cortado a medias.