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Piden la prisión preventiva de dos soldados acusados de matar a una peluquera en San Miguel

Un fiscal pidió la prisión preventiva de dos soldados acusados del femicidio de Liliana Gotardo, una peluquera asesinada a balazos desde una moto en octubre último en la localidad bonaerense de San Miguel, presuntamente por orden de su ex marido militar, quien también se encuentra detenido
En la presentación elevada al juez de Garantías de San Martín Mariano Porto, el fiscal de Malvinas Argentinas Ricardo Romero solicitó que continúen detenidos Lucas Palacios (19) y su cómplice Gustavo Pérez (20).

A ambos les imputa "homicidio agravado por precio o promesa remuneratoria, por el ví­nculo y por el uso de arma de fuego", en el caso de Palacios como autor de los cuatro disparos que recibió la víctima.

En tanto, en la investigación se tiene por acreditado que Pérez efectuó tareas de inteligencia cerca de la peluquería los días previos al hecho para conocer los movimientos de Gotardo (51) y se lo considera "partícipe necesario".

En esta causa, está detenido desde poco después del crimen el ex marido de Liliana, Rodolfo Maguna (46), quien era suboficial principal en la Agrupación Aviación de Ejército 601, en Campo de Mayo, y es considerado el autor intelectual del crimen.

De acuerdo con el expediente, Maguna -que mantení­a una relación conflictiva con su ex mujer- contrató a los dos soldados para matarla y a cambio de ello le pagó 50.000 pesos al sicario y tenía previsto abonarle la misma suma después del hecho, pero no llegó a hacerlo porque fue apresado.

Según una fuente consultada por Télam, los soldados eran sus subordinados en los talleres de Campo de Mayo y hay testigos que presenciaron una reunión entre los tres con otras personas en San Miguel para aparentemente planificar el crimen y entregar el arma utilizada, una pistola 9 milímetros.

A esto se sumaron otras pruebas, como análisis de comunicaciones y de las cámaras de seguridad del municipio que filmaron a dos hombres en moto que recorrieron varias cuadras, esperaron en la esquina de la peluquerí­a y cuando la ví­ctima salió de su local, el que iba como acompañante le disparó.

Finalmente, los soldados fueron detenidos el 27 de junio: Palacios fue capturado cuando salía de Campo de Mayo y Pérez en su casa de la localidad de Merlo, en tanto que en otros allanamientos se secuestraron dos motos, teléfonos y computadoras que están siendo peritados.

En varias ruedas de reconocimiento, testigos del femicidio identificaron al primero como quien habí­a disparado contra la peluquera y al otro como quien estuvo merodeando dos dí­as antes del hecho en la peluquería.

El femicidio ocurrió el 22 de octubre a las 19, en Paunero al 1700 de San Miguel, cuando la ví­­ctima, oriunda de Corrientes, cerró su peluquerí­a "Carily", y junto a una empleada, cruzó la calle para abrir el portón de un garaje donde habitualmente guardaba su camioneta.

De acuerdo al relato de esa testigo, mientras la mujer se hallaba de espaldas, apareció un hombre armado y a cara descubierta.
En ese momento, el agresor la dio vuelta para corroborar que se tratase de ella y, sin mediar palabra, le disparó cuatro balazos a menos de 50 centí­­metros, tras lo cual se subió a la moto en la que lo esperaba su cómplice.

Una cámara municipal registró el momento en que Liliana y su empleada cruzaron la calle, y a los pocos segundos la reacción de los vecinos ante la seguidilla de disparos y la fuga del asesino, que llevaba puesta una mochila.

La mujer malherida fue trasladada de inmediato al hospital Larcade, pero murió poco después como consecuencia de las heridas.
Tras el crimen, se determinó que Gotardo se habí­­a separado hací­a dos meses de su marido y que semanas atrás habí­a hecho una exposición civil para dejar constancia de esto, aunque no hizo una denuncia formal por malos tratos.

De todas formas, familiares y amigos de la ví­ctima declararon que la mujer sufrí­­a reiteradas agresiones fí­sicas y amenazas debido a los enfermizos celos del ex esposo, quien pese a que ya tení­a otra pareja la controlaba de manera permanente, incluso con un GPS que le permití­­a escuchar sus conversaciones.

Por eso, se convirtió en el principal sospechoso y tras el hecho fue detenido en el hospital cuando concurrió a ver a su ex esposa, que ya habí­a fallecido.

La hipótesis principal que se maneja es que el crimen estuvo vinculado a la conflictiva separación que vení­­a manteniendo el matrimonio y por la cual ya habí­­an consultado a abogados para iniciar el divorcio luego de 25 años juntos.

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