Dolores de cabeza matutino, cansancio, somnolencia, falta de concentración, alteraciones de la memoria, baja productividad laboral o escolar y principalmente los ronquidos, son algunas pruebas primarias de la existencia del SAOS.
Se estima que la prevalencia de SAOS en la población general es
de 2 a 4 por ciento.
El 70 por ciento de los pacientes con SAOS tienen obesidad y el 40 % de los obesos tienen SAOS, llegando hasta al 70 por ciento en los obesos mórbidos.
Los pacientes obesos con SAOS presentan 42 por ciento más de grasa en la región cervical comparado con los individuos normales, y están predispuestos a sufrir cambios hormonales secundarios a la obesidad, que están involucrados en la génesis del SAOS.
Según Milmaniene “se ha demostrado que la leptina (hormona que controla el hambre y la saciedad) tiene efecto a nivel del centro respiratorio”.
“Las apneas deben tratarse como una condición crónica, que requiere un manejo a largo plazo y un seguimiento por un equipo interdisciplinario compuesto por médico clínico, nutricionista y en algunos casos el médico especialista en medicina del sueño”, indicó el especialista.
Además, el profesional comentó que la reducción del peso no sólo mejoraría el estado de la apnea, “sino que además brindaría una óptima calidad vida, una mejora en la función cardiopulmonar así como reducción de la somnolencia diurna”.
“Se conoce, además, que la cirugía bariátrica (ej.; banda gástrica, bypass gástrico, gastroplastía, etc.) ha manifestado ser efectiva en reducir los eventos respiratorios como las apneas y hipoapneas durante el sueño”, añadió.
Los pacientes con SAOS tienen un riesgo aumentado de padecer hipertensión arterial, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, arritmias, hipertensión pulmonar y accidente cerebro vascular.
La prevención es fundamental para evitar las consecuencias deletéreas de esta condición y por esto, en especial, que se debe hacer hincapié en el mantenimiento de un peso corporal saludable mediante un plan alimentario adecuado.