Soares, que nació en San Pablo, Brasil, el 27 de mayo del 1921, hizo los votos perpetuos en la Congregación de los Asuncionistas en Francia, y volvió a América en 1945, precisamente a Argentina, donde terminó sus estudios teológicos y el 8 de julio de ese año se ordenó sacerdote.
Tras un breve paso por Francia y luego por Chile, Soares comenzó a abrigar el sueño de vivir en un barrio pobre para comenzar una “misión obrera”, indicaron los organizadores del homenaje en un comunicado.
En 1963 pasó a formar parte del Obispado de San Isidro, para dedicar su vida y su ministerio a los pobres en San Fernando y Tigre, donde terminó viviendo en una casilla de madera al lado de una capilla.
Su sueño era estar entre los pobres y por ese motivo se dedicó a realizar trabajos de zapatero, se empleó en comercios, hizo traducciones al francés y más tarde se unió a la cooperativa de mosaicos Juan XXIII, en la cual llegaron a trabajar unas 30 personas.
Como sacerdote firmó la carta adhesión que realizaron curas argentinos al “Manifiesto de los 18 obispos del Tercer Mundo”, escrito que dio origen al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en Argentina.
Su compromiso político lo llevó a estar cerca de jóvenes de la Juventud Peronista y de delegados navales de los astilleros Astarsa y Mestrina.
Jamás fue contemplativo, denunció penalmente los secuestros y apremios ilegales que sufrían los obreros.
El 8 de febrero de 1976, el sacerdote rezó el responso por dos obreros de su comunidad que fueron hallados en un descampado de Moreno, y cinco días después, en la madrugada del 13 de febrero lo mataron e hirieron a su hermano, quien murió el 1 de mayo de ese año.
El homenaje de mañana en la parroquia del Larrea 500, Tigre, adonde se llega por Acceso Norte (ramal Tigre) y Crisólogo Larralde, continuará con una misa a cargo del obispo de San Isidro, Oscar Ojea, y culminará con un fogón, a las 21.