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San Lorenzo se quedó con las ganas de escribir su capítulo más glorioso al perder con Real Madrid

San Lorenzo se quedó hoy con las ganas de escribir el capítulo más glorioso de su historia al perder 2-0 con Real Madrid la final del Mundial de Clubes en Marruecos.
Real Madrid estuvo lejos de su mejor versión pero las apariciones oportunas de Sergio Ramos y Gareth Bale, y las flojas respuestas de Mario Yepes primero y Sebastián Torrico después, fueron suficientes para el equipo ibérico.

El conjunto azulgrana casi no inquietó a Iker Casillas y pagó demasiado caro los errores. Todo el desgaste que hizo el "Ciclón" para cortar los circuitos ofensivos de las estrellas del Madrid se derrumbó en un tiro de esquina que aprovechó Ramos y una falla increíble de Torrico tras un definición defectuosa del galés Bale.

Durante la primera media hora del encuentro San Lorenzo ejecutó casi a la perfección el plan que diagramó Bauza. Es que el "Ciclón" tuvo como premisa fundamental intentar cortar los circuitos ofensivos del Real Madrid, incluso si eso suponía replegarse tanto en su campo que el arco rival le quedaba demasiado lejos.

En esos primeros 30 minutos defendió bien, dobló las marcas por los costados evitando que Cristian Ronaldo y Bale jueguen uno contra uno, pero cada vez que recuperó perdió la pelota casi al instante.

Los dirigidos por Carlo Ancelotti apenas inquietaron con un remate cruzado de Ronaldo que Benzema no llegó a empujar por poco y un disparo mordido de Bale que Torrico envió al corner.

Bauza y todos en San Lorenzo sabían que no podían dar ninguna ventaja, que si Real Madrid ganaba debía ser porque lograra hacer valer su mayor jerarquía individual. No podía permitirse el conjunto azulgrana perder, por ejemplo, en una jugada pelota parada.

Pero todo lo bueno que hizo San Lorenzo en esos primeros minutos se esfumó con el error en la marca de Mario Yepes y la aparición goleadora, de cabeza, de Ramos, luego de un preciso centro del alemán Toni Kroos, quien fue el eje del fútbol del Madrid.

Los dirigidos por Bauza acusaron el golpe y, tan lejos como siempre de un Iker Casilla que casi no participó del juego, sólo mantenían la ilusión porque la diferencia era de un gol.

Sin embargo, en el segundo tiempo, cuando apenas se habían jugado seis minutos, Bale recibió la pelota sobre la izquierda, tuvo tiempo para acomodarse y sacó un remate con cara interna que increíblemente se escurrió por debajo de Torrico.

Otra vez un gol por un error, pero esta vez el golpe fue de nocaut. San Lorenzo ya no tuvo respuesta e inconcientemente se conformó con seguir el mismo libreto antes que buscar otra manera, por arriesgada que fuera, de al menos descontar.

No tuvo ideas en ataque ni empuje como para intentar arrinconar a un Madrid que lució cómodo con la tenencia de pelota, siempre con Kroos como eje.

Los minutos pasaron y el sueño de San Lorenzo de escribir el capítulo más glorioso de su historia se esfumó. Poco pudieron hacer Leandro Romagnoli y Mauro Matos, quienes ingresaron en la segunda parte pero no lograron cambiarle la cara a un San Lorenzo que seguía corriendo como en el primer minuto pero se sabía perdido y sin argumentos futbolísticos para soñar con revertir el encuentro.

Los más de diez mil hinchas que vistieron de azulgrana el Grand Stade de Marrakech alentaron hasta la disfonía y se emocionaron con las lágrimas de Romagnoli, su ídolo, apenas terminó el encuentro.

La alegría moderada, casi apática, de los jugadores de Real Madrid fue la contracara a las lágrimas que inundaron los ojos de todos los cuervos.

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