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Un testigo del Caso Solange Aguirre dijo que uno de los acusados confesó y le pidió ayuda para borrar pruebas

Un testigo declaró hoy en el juicio que se les sigue a un comerciante y un hijo por el crimen de Solange Aguirre, una joven de la localidad bonaerense de Benavídez que en 2012 apareció enterrada y decapitada en una isla del delta de Entre Ríos, que el mayor de los acusados le confesó que había asesinado a una mujer y le pidió ayuda para borrar pruebas.
José Vera, abogado de la familia de la víctima, informó a Télam que esta mañana comenzó el debate ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de San Isidro con la declaración de varios testigos, entre ellos, Federico Carabajal, un compañero de pesca del imputado Alejandro Reynoso (40).

Este testigo contó que el acusado lo llamó para convocarlo a un encuentro en una estación de servicio y que en ese lugar le dijo: "Hice mierda a una mina", tras lo cual, le pidió que lo ayudara.

Según Vera, Reynoso padre tenía una Fiat Fiorino al igual que Carabajal, por lo que, según este último, el acusado le solicitó intercambiar la alfombra y las butacas de los vehículos.

"El testigo contó que cuando tocó la alfombra se manchó con sangre", precisó el letrado y agregó que Carabajal declaró que ante esa situación se asustó y se fue.

Vera señaló que el testigo también indicó que había asesinado a una mujer en presencia de su hijo Sergio (21), también sometido a proceso, y que luego llevó el cadáver de la víctima hasta Entre Ríos donde lo enterró.

En la jornada de hoy también declaró un vecino del comerciante que aseguró que la noche en que desapareció Aguirre vio a la joven junto a Reynoso padre en la pollería de éste y que volvió a pasar más tarde por el mismo lugar y advirtió la presencia de Sergio en la puerta del local como "campaneando".

El juicio, a cargo de los jueces Alberto Ortolani, María Elena Márquez y Gonzalo Aquino, continuará mañana con la declaración de los peritos que hallaron el cuerpo de Aguirre y practicaron la autopsia a su cadáver, tras lo cual, se espera que haga uso de la palabra Reynoso padre y finalmente se lleven a cabo los alegatos.

Según las fuentes, Reynoso padre ya confesó el crimen de Aguirre ante la Justicia durante la instrucción de la causa y en esa oportunidad trató de desvincular a su hijo, que resultó beneficiado con una falta de mérito y por eso, a diferencia del comerciante, llegó libre al juicio oral.

Pero luego se conocieron informes forenses que determinaron que Aguirre había sido asesinada en el mismo sitio donde la decapitaron y mutilaron, es decir, en la isla del delta donde estuvieron juntos padre e hijo.

Aguirre (22) fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012, cuando salió a comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, partido de Tigre, donde quedó grabada por cámaras de seguridad del comercio.

La joven era madre de dos niños, un varón que ahora tiene 7 años y una nena de 4, que es hija de Reynoso padre, a pesar de que ellos nunca fueron una pareja formal.

De acuerdo a lo establecido en la causa, Aguirre dijo que después de ir al supermercado que iría a hablar con el padre de su hija a una de sus pollerías ubicadas en la ruta 9, también en Benavídez, para pedirle el dinero de la manutención de la niña.

Mientras que Reynoso fue detenido, se quebró y confesó el crimen ante el primer fiscal de la causa, Marcelo Fuenzalida, en ese momento a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Conexos a la Violencia de Género de San Isidro.

El acusado admitió en esa oportunidad que la noche en que Aguirre lo fue a ver a uno de sus comercios discutieron y él le pegó un golpe en la sien con una chaira para afilar cuchillos.

El imputado declaró que al advertir que la había matado -ahora se sabe por los peritajes que aún estaba viva-, colocó el cuerpo en unas bolsas de consorcio grandes que había en el local, lo cargó en su camioneta y concurrió a su casa de Boulogne, donde estaba su hijo Sergio.

Ya en horas de la madrugada del día siguiente, Reynoso padre aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, un lugar que conocían porque solían ir a pescar, pero que Sergio nunca supo que él llevaba un cadáver ni que en ese sitio lo enterró.

El pollero también confesó que antes de esconder el cuerpo y para dificultar su identificación, le seccionó la cabeza, le cortó las yemas de los dedos de las manos y tajeó los tatuajes que Aguirre se había hecho en un hombro con las letras "A" y "L".

El 8 de septiembre de ese año, a tres días de la desaparición, en un camino vecinal próximo al puente Urquiza de la isla de Talavera, a metros del límite con la provincia de Buenos Aires pero del lado de Entre Ríos, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer, que luego se determinó que era el de Aguirre.

La cabeza de la víctima recién fue encontrada el 28 de septiembre de 2012, cuando el propio asesino confeso participó de una inspección del lugar con los investigadores y marcó el sitio exacto donde la había escondido, a cuatro o cinco metros de donde había enterrado el cuerpo.

En abril de 2013, los estudios histopatológicos realizados sobre algunos tejidos del cuello y otras heridas que presentaba el cadáver determinaron que hubo irrigación sanguínea al momento en el que a Aguirre le rebanaron las yemas de los dedos y los tatuajes y luego la decapitaron.

La cabeza de la víctima presentaba una fractura con hundimiento de cráneo, por lo que los peritos creen que la joven pudo haber estado inconsciente por ese golpe pero que en realidad murió desangrada al momento de la decapitación.

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