Philip, apodado con cariño “Huckleberry Phil” en su vecindario cerca de Lansing debido a afición a la exploración, llevó el objeto a casa, lo lavó en el lavaplatos y comprobó que no era magnético.
“Parecía un diente. Parecía tener algo como tejido de encía, una pequeña cosa abultada en la parte superior”, dijo su madre, Heidy.
Después de investigar “el gran diente” en internet, madre e hijo contactaron a James Harding, un herpetólogo —experto en reptiles y anfibios— de la Universidad Estatal de Michigan, quien les confirmó que se trataba de un diente de mastodonte.