De hecho sólo la presencia del suizo y del tandilense, que salieron a la cancha con más de cuarenta minutos de demora, lograron calmar a un público que cada vez se volvía más hostil.
Se la vio a Susana Giménez y su hija, a Gabriela Sabatini, entre otros. Sin embargo nada importaba más al público que disfrutar de ver en vivo y en directo a Federer, uno de los mejores tenistas de la historia.
Acaso ese fervor fue lo que provocó que los fanáticos incurrieran constantemente en gritos molestos, muchos de ellos fuera de lugar, que poco colaboraban con el espectáculo.
Pero Federer y Del Potro hicieron su trabajo, desplegaron todo su talento y, tal como todos esperaban, le dieron forma a una verdadera fiesta del tenis.
Imborrables en la memoria de los más de 20.000 hinchas quedarán el punto que Federer y Del Potro jugaron sólo con golpes de revés con slice, los drives invertidos y la mano dúctil del suizo, o las bombas de derecha que ejecutaba el tandilense.
Fue la primera de dos fiestas que quedarán en el recuerdo por ser la primera visita de quien quizás sea el mejor tenista de todos los tiempos.