Porque la violencia de género es un complejo entramado de agresiones, violencia psicológica, sexual, económica, patrimonial y física.
El denominador común de estas conductas por parte del varón violento tiene como único objetivo ejercer el poder sometiendo a la mujer que considera su propiedad.
Una manera efectiva de someter es el aislamiento, alejando de modo gradual a la mujer de sus redes de contención, para ejercer el dominio total de la situación.
Este mecanismo le garantiza al varón violento impunidad para ejercer su control y poder sin testigos.
Los festejos de Fin de Año propician encuentros, y estos interfieren en el control y aislamiento que el varón ejerce hacia la mujer.
La tensión aumenta ante la posibilidad de que la situación de violencia a la que está sometiendo a la mujer, quede expuesta y sujeta a la intervención de la familia o las amistades.
Es un momento de gran vulnerabilidad para la mujer, ya que ella es muy conciente de las reacciones que puede tener su pareja en estas situaciones y, en muchos casos, preferirá renunciar a reunirse con sus afectos por temor a las consecuencias.
También puede suceder que la mujer tome la decisión de compartir el comienzo de un nuevo año con otros afectos, además de su pareja, sus hijas e hijos.
Aquí, el varón agresor sentirá que pierde el dominio de la situación, y esto disparará un nuevo ciclo de violencia, porque sentirá una amenaza concreta para su ejercicio de poder y la trasmitirá con mayor control y agresividad, lo cual implica aumento de conflictos y mayor riesgo.
La salida de un vínculo de violencia será un camino a recorrer por cada mujer, en la que atravesará diferentes instancias y cuando ella llega a la instancia de exponer en palabras su situación ante su círculo más cercano, es allí cuando debemos comenzar a tener una actitud mas activa y mas presente sin presiones.
Esta mujer ya ha dado el primer paso que es visibilizar lo que esta viviendo, pero todavía necesitará fortalecerse para encontrar el camino que la llevará a la salida.
Es importante que las personas vinculadas a una mujer en esta situación no dejen de acercarse a ella; el contacto con sus afectos es vital para la mujer, le posibilita que pueda sentir cierta seguridad al no encontrarse sola con el hombre violento y animarse a hacer algún comentario o, en el mejor de los casos, pedir ayuda.
Por eso es fundamental no juzgarla y no presionarla, acompañar sus tiempos y posibilidades acercarle información y estar presentes.
La mujer que está en un vínculo violento puede separarse y regresar una y otra vez a esa relación.
Pero, con cada separación, va construyendo el camino que la llevara a la salida, a una vida libre de violencia.
Esa mujer sentirá con el tiempo que de la violencia se puede salir.
(Télam, por Silvia Lommi, Natalia Barrios y Ada Beatriz Rico*).
*De La Casa del Encuentro
