"Me dijo que cuando se terminara el contrato de alquiler quería irse a vivir sola", dijo.
El hermano mencionó, al igual que lo hizo su madre, Patricia Lamblot, el primer día del juicio que "entre Sol y Luli había "problemas de convivencia".
"Lucila era más desordenada. No lavaba los platos, le usaba la ropa y el desodorante", comentó.
También dijo que su hermana se molestaba porque Luli le usaba el cuarto y la encontraba en su cama con amigos para ver su televisor.
Contó que se enteró de lo que había pasado cuando estaba en Punta del Este e hizo hincapié en contar lo fría y distante que notó a Luli después del asesinato.
"Nunca se me acercó ella ni ningún allegado. En los cuatro meses que pasaron hasta que fue imputada nunca se me acercó para decirme nada, eso me sorprendió.
También contó que él intento ingresar al mail de su hermana luego del crimen para detectar si había algún correo extraño y llamó a Lucila para pedirle la clave.
"Yo tenía una clave que ya había cambiado y Lucila me dio otra, 'charlito', pero era incorrecta", señaló.
El fiscal Alejandro Guevara preguntó este detalle porque detectó que la propia imputada entró a la casilla de mail de la victima después del crimen desde la casa de su madre en el country Nordelta, algo que la imputada reconoció en su indagatoria.
Marcos también dijo que tanto su hermana como Luli "fumaban marihuana y a veces han consumido otra cosa que no era marihuana".
Además aseguró que su hermana fumaba tabaco y que Lucila lo hacía "socialmente".
Los jueces Oscar Zapata y Lino Mirabelli aprovecharon para preguntar por el misterioso encendedor que quedó grabado en la piel de un muslo de Solange que no fue encontrado en la escena del crimen.
Marcos dijo que Sol usaba encendedores descartables como el que aparentemente dejó la impronta en el cadáver.
Cuando el juez Mirabelli le preguntó si su padre y de la víctima, Roberto Grabenheimer, coleccionaba encendedores, respondió: "Si, pero no descartables".
Además, Una empleada del negocio de polarizado de autos donde trabajaba Solange Grabenheimer complicó hoy a Lucila Frend al asegurar que nunca atendió un llamado de la imputada buscando a su amiga el día en el que luego fue encontrado el cadáver.
Se trata de María Celeste Stuchetti, encargada del negocio "Autotint" que el padre de Grabenheimer tiene en la zona de Warnes y donde Solange nunca llegó a trabajar aquel 10 de enero de 2007 porque ya había sido asesinada.
Esta testigo negó tanto en la instrucción como ahora en el juicio que Lucila haya llamado pasadas las 14 al local para preguntar por Solange porque no la encontraba por ningún lado.
"Ese día no llamó nadie preguntando por Solange", dijo categóricamente Stuchetti.
Para el fiscal este llamado es clave porque Frend declaró en la instrucción y también en este juicio que llamó a "Autotint" en su derrotero por intentar ubicar a su amiga ese día, pero Stuchetti lo negó.
Sin embargo, los defensores de Frend, Francisco García Santillán y Sergio Pizarro Posse, exhibieron en la audiencia el informe de llamados entrantes y salientes de la causa y allí figuraba que desde el laboratorio donde Lucila trabajaba en San Fernando, aquel 10 de enero de 2007 hubo un llamado a Autotint a las 14.17.55 que duró doce segundos.
Cuando la defensa mostró la evidencia de ese llamado, la testigo se puso algo nerviosa.
"Si sonó el teléfono y atendí, no hubo charla. Quizás alguien llamó y se cortó o no habló", dijo la ex empleada de los Grabenheimer.
El fiscal Alejandro Guevara cree que Lucila hizo ese llamado pero no habló porque había asesinado a Solange y necesitaba tener luego una coartada y poder decir que intentó ubicar a Sol.
Stuchetti también dijo que tenía una estrecha relación con Solange y que ésta le había contado que tenía problemas de convivencia con Lucila y planeaba irse a vivir sola.
