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Piden reclusion perpetua para el presunto jefe de la banda que mato a Urbani


Dos fiscales de San Isidro solicitaron hoy reclusión perpetua para Oscar "El Pelado" Pérez Graham, el presunto jefe de la banda que en 2008 asesinó al joven Santiago Urbani durante un asalto en su casa de la localidad bonaerense de Tigre.

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El pedido fue formulado esta mañana ante el Tribunal Oral en lo Criminal 6 de San Isidro por los fiscales Cosme Iribarren y Rodrigo Caro, quienes también pidieron una condena, pero a prisión perpetua, para Emiliano Herrera (21), el otro acusado que está siendo juzgado por el hecho.

Iribarren y Caro solicitaron la máxima pena que establece el Código Penal para Pérez Graham, al dar por probado por algunas confesiones que durante la instrucción dieron algunos miembros de la banda y los testigos que desfilaron en el juicio, que fue el organizador del hecho.

Según los fiscales, "El Pelado", de 43 años, solía reclutar a menores y jóvenes en el barrio Bajo Garín para salir a robar y, como sucedió en el caso Urbani, les proveía armas y les daba cerveza con psicofármacos antes de ir a cometer los ilícitos.

"No sólo planeó el robo desde la tarde, se ocupó de buscar los medios y las personas que iban a ejecutar el hecho, dotándolos de las armas y estimulándolos mediante la entrega de pastillas de 'rivotril' y cerveza, sino que también se encargó de la elección de la víctima", dijo en el alegato el fiscal Caro.

Los fiscales señalaron que durante el juicio quedó probado que en el momento en el que eligió a Urbani como víctima, Pérez Graham le dijo al resto de la banda: "A éste le tengo bronca".

"Ya todos sabían lo que le iba a pasar, ésa fue la última arenga, porque más allá del robo, lo iban a matar", destacó Caro.

Ante los jueces María Angélica Etcheverry, Luis Rizzi y Federico Tuya, los fiscales acusaron a ambos imputados como coautores de un homicidio calificado "criminis causae", es decir, matar para ocultar otro delito y lograr la impunidad.

Para Iribarren y Caro -integrantes del equipo especial de fiscales que formó el fiscal general de San Isidro, Julio Novo, para esclarecer el caso- el disparo al joven músico no fue accidental como en su momento confesaron algunos miembros de la banda, sino deliberado.

Además, en el juicio, tanto Rapazzini, como la hermana de la víctima, Florencia Urbani, declararon que luego de escuchar el disparo, los delincuentes taparon el cuerpo de Santiago con un acolchado y permanecieron en la casa al menos seis o siete minutos recorriendo los ambientes y cargando cosas robadas.

Pero un detalle macabro que no se conocía y lo develó en este juicio una joven que pertenece al entorno de los acusados, es que éstos fotografiaron a la víctima mientras agonizaba con un escopetazo en la cabeza, con la cámara digital que le acababan de robar.

Para los fiscales, los cuatro integrantes de la banda -los dos mayores juzgados ahora y los dos que tenían 16 años al momento del hecho y ya fueron declarados responsables en el primer juicio-, fueron con la intención de robar y matar y, por más que sólo uno de los adolescentes haya sido el que ejecutó a Urbani, todos comparten la misma responsabilidad.

En la misma tónica, luego fue el turno del abogado Alberto Spagnuolo, que representa a la particular damnificada, Julia Rapazzini, madre de Urbani, quien se adhirió al pedido de los fiscales y solicitó la misma pena para ambos.

Los alegatos del defensor oficial de Pérez Graham, Gonzalo Paredes Abba, y el abogado de Herrera, Juan Martín Cerolini, serán el próximo lunes y luego se fijará la fecha en la que se dará a conocer el veredicto.

El hecho ocurrió la madrugada del 10 de octubre de 2009, cuando cuatro delincuentes interceptaron a Urbani mientras estacionaba su auto y lo obligaron a ingresar a su casa de la avenida Liniers 1988, de Tigre, donde dormían su madre y su hermana.

Mientras los delincuentes juntaban los objetos de valor y los cargaban en el auto de Santiago, el joven músico fue asesinado en el cuarto de su hermana de un escopetazo en la cabeza.

Los delincuentes escaparon con 2.000 pesos, una caja de acrílico con alhajas, una notebook, dos PC, una filmadora, una cámara digital, sedantes, tres celulares, dos guitarras eléctricas con sus pedales de efectos, una máquina de afeitar y una depiladora.

Incluso, la propia madre de la víctima contó ya en los dos juicios que luego de escucharse el escopetazo, el asesino de su hijo entró a su habitación y le exigió la entrega de "rivotril" y no se fue de la casa hasta que ella le dio una caja de calmantes.

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