Quince cadáveres habían sido avistados en el agua a media mañana, dijeron las autoridades, pero los fuertes vientos y el mar bravo dificultaban el trabajo de los barcos de la guardia costera y un helicóptero de la policía.
El lunes, la agencia de refugiados de Naciones Unidas dijo que habían desaparecido más de 400 personas que habían huido de Libia en dos barcos.
El incidente aportó un sombrío ejemplo de los riesgos que corren personas desesperadas, que pueden pagar hasta 1.000 euros (1.427 dólares) por un hueco en uno de los abarrotados barcos de pesca que llevan a refugiados e inmigrantes de Africa a Europa en busca de trabajo.
Miles de personas se han arriesgado al peligroso viaje este año tras la caída del antiguo régimen tunecino y después de que los enfrentamientos en Libia acabaran con los estrictos controles fronterizos que antes impedían el acceso a Europa.
La mayoría han sido jóvenes de Túnez intentando llegar a Francia a través de Italia, pero en los últimos días se han registrado números cada vez mayores desde Libia, subrayando los temores italianos de que los enfrentamientos puedan provocar un nuevo éxodo.
Lampedusa, aproximadamente a mitad de camino entre Sicilia y Túnez, ha sido el foco de la crisis, al haber llegado unos 20.000 inmigrantes ilegales este año, abrumando las infraestructuras de la minúscula isla, que normalmente vive de la pesca y el turismo.
Después de semanas de estar en situación de emergencia, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, intervino enviando ferries encargados expresamente de despejar Lampedusa.
Sin embargo, eso simplemente ha desviado el problema a otras zonas de Italia y provocado discusiones entre gobiernos regionales sobre dónde crear centros de alojamiento de inmigrantes.
El martes, el ministro del Interior italiano, Roberto Maroni, firmó un acuerdo con el Gobierno tunecino para tratar de frenar la oleada, prometiendo ayuda, una mayor cooperación policial y una posible repatriación obligatoria para inmigrantes ilegales.