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Asaltan una iglesia en Martínez

Un ladrón armado esperó a que terminara la misa, fue a la sacristía y se llevó el dinero de las donaciones. El asalto ocurrió el domingo pasado, el día siguiente a la Navidad, en la parroquia situada en Avenida del Libertador, entre Alvear y Vicente López, a una cuadra y media de la comisaría de las Barrancas de Martínez.
"Al que grita lo quemo", advirtió el ladrón al matrimonio de jubilados y al joven sacristán que traspasaban a la saca del Obispado el dinero donado por los fieles en la misa de las 12 celebrada en la iglesia Nuestra Señora de Fátima, en Martínez.

Luego de amenazar con disparar la pistola si no le entregaban el dinero de la colecta, el ladrón se marchó con casi 1000 pesos y subió a un automóvil Volkswagen Gol, estacionado en Vicente López, en el cruce con la Avenida del Libertador, donde lo esperaba un cómplice.

El asalto ocurrió el domingo pasado, el día siguiente a la Navidad, en la parroquia situada en Avenida del Libertador, entre Alvear y Vicente López, a una cuadra y media de la comisaría de las Barrancas de Martínez.

Allí concurren habitualmente empresarios, magistrados, diputados y ministros de los gobiernos nacional y provincial, que viven en la zona.

Según informaron a La Nacion varios testigos, se trataría del mismo ladrón que el 12 de diciembre pasado fue echado de la iglesia luego de que uno de los feligreses descubrió que estaba armado.

Varios de los feligreses que el domingo pasado asistieron a la misa de las 12 recordaron haber visto al sospechoso a un costado del sagrario. Cuando la ceremonia religiosa terminó, el sacristán y el matrimonio de jubilados que desde hace más de diez años asiste al sacerdote, tomaron las canastas con las donaciones que estaban al pie del altar y se dirigieron directamente a la sacristía.

Aparentemente, el ladrón aprovechó que quedaba muy poca gente dentro de la iglesia y fue hacia la sacristía, donde sorprendió al matrimonio y al sacristán cuando traspasaban el dinero de la colecta a la saca en la que se guardan las donaciones depositadas por los fieles durante todas las misas y que se remite periódicamente al Obispado de San Isidro.

En ese momento, el ladrón irrumpió en la sacristía y amenazó con una pistola a las tres personas que guardaban las donaciones.

"Parecía que estaba dispuesto a matar. Aunque estaba muy tranquilo. No parecía drogado ni excitado. Pero estaba decidido a hacer cualquier cosa si no le daban la plata. Era de tez mate, pelo corto negro, de ojos marrones y medía 1,70 metros", dijo a La Nacion uno de los testigos, que solicitó mantener su identidad en reserva.

Luego de apoderarse del dinero, el ladrón huyó por la escalinata de Vicente López y abordó un Volkswagen Gol en el que lo esperaba un cómplice.

En la escalinata de la Avenida del Libertador, el párroco Guillermo Piñeiro Jolly saludaba a los últimos fieles que se retiraban de la iglesia cuando recibió la noticia de que se habían robado el dinero de las donaciones.

Por la noche, durante la misa de las 20, el sacerdote describió cómo fue el asalto y anunció que, a raíz del robo, las canastas con el dinero de la colecta no se dejarían más al pie del altar sino que se guardarán inmediatamente en la sacristía.

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